03 NOV. 2020 CRISIS DEL CORONAVIRUS La segunda ola no será la última y hay que prever cómo gestionarlas GARA PARÍS El Gobierno de Emmanuel Macron incide en que toma sus decisiones apoyándose en los informes que elabora el Consejo Científico que vigila el desarrollo de la pandemia en el Estado francés, pero esto no quiere decir que haya una total sintonía entre las medidas que preconiza este órgano consultivo y las que toma el Ejecutivo. Es más, en ocasiones parece que discurren en sentido contrario. Apenas cuatro días después de que el presidente francés decretara el reconfinamiento, el Consejo Científico ya ha elaborado un par de análisis en los que señala que considera poco probable que las nuevas medidas sirvan para frenar la pandemia y advierte de que «tenemos por delante una situación extremadamente difícil». Este equipo de expertos trabaja con «la hipótesis de una salida de esta ola a finales de año o principios de 2021», pero también expresa su temor a que nuevas oleadas se sucedan a lo largo de todo el invierno y buena parte de la primavera. Esa preocupación ya se dejaba notar en un informe fechado el 26 de octubre, dos días antes del anuncio de Macron. «Es muy difícil prever cuánto tiempo va a durar la segunda ola, ya que esto depende del propio virus, de su entorno climático, de las medidas que se tomarán para limitar la circulación del virus, de su aceptación y de su impacto». El Consejo Científico señala que el escenario de salida de esta segunda oleada «debería ir acompañado de un regreso de la circulación del virus a un nivel muy controlado (de 5.000 a 8.000 nuevos contagios diarios como máximo)». Macron dijo que el objetivo es rebajar los casos «a cerca de 5.000» frente a los entre 40.000 y 50.000 que se registran actualmente. «Testar, trazar, aislar» Pero, sea cual sea el éxito de las nuevas medidas, estas «no serán suficientes» probablemente «para evitar otras oleadas», asume el Consejo, que recomendó el nuevo confinamiento. «De este modo, podemos tener varias olas sucesivas durante el final del invierno/primavera 2021, dependiendo de diferentes elementos: estado climático, nivel y eficiencia operativa de la estrategia testar/trazar/aislar (los casos positivos)». Y no circunscribe este panorama al Estado francés, puesto que da por hecho que la mayoría de los Gobiernos europeos tendrán que afrontar «la gestión de oleadas sucesivas de agravamiento» de la epidemia, «hasta la llegada de las primeras vacunas y/o tratamientos», quizás en el segundo trimestre de 2021 (abril-mayo-junio). Estos expertos plantean varias formas de gestionar ese escenario previsto. En primero lugar, «se puede considerar una estrategia de tipo on/off», es decir, una alternancia de períodos de restricciones (para limitar la circulación del virus) y períodos de relajación». «¿Es esto posible a largo plazo? ¿Aceptarán los franceses tal estrategia? ¿Es económicamente viable? Las preguntas se han planteado y aún no han sido respondidas», subraya el propio organismo presidido por el profesor Jean-François Delfraissy. Una segunda opción pasa por «mantener el virus a un ritmo por debajo» del umbral de 5.000 contagios diarios, con una política de «supresión de la circulación viral», como se ha hecho «en varios países asiáticos, Dinamarca, Finlandia y Alemania». «Esta estrategia implica medidas contundentes y tempranas en cada repunte de la epidemia», advierte el Consejo, que considera que esta es «la mejor garantía para mantener la actividad económica». Todo ello sin perder de vista que, en el peor escenario diseñado, la segunda ola puede alcanzar picos de casos y hospitalizaciones más altos que la primera. Las limitaciones se extienden en una Europa sin estrategia común El número de contagios diarios se ha ido elevando de forma preocupante por todo el continente y esta situación puede provocar de nuevo un fuerte estrés en los servicios hospitalarios de muchos países. Este diagnóstico común –con sus variaciones de ritmo e intensidad en cada Estado– no da paso a una estrategia común para hacer frente al covid-19, ni siquiera dentro de la Unión Europea. Cada Gobierno toma medidas restrictivas a su gusto entre «la carta» de restricciones que propugnan los expertos y, dependiendo de cómo evolucionen las curvas, las modifica, suavizando o endureciendo «el menú» particular. Así, ayer el primer ministro de Portugal, António Costa, pidió al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que declare un estado de emergencia «esencialmente preventivo» para tener un soporte jurídico que le permita tomar más medidas para combatir la pandemia. Por su parte, Giuseppe Conte anunció que su Ejecutivo estudiaba la imposición de un toque de queda nocturno en toda Italia, así como el cierre de los centros comerciales en días festivos, con acciones más restrictivas limitadas a las regiones con mayor nivel de contagio. En Londres se daba por hecho que, en una declaración parlamentaria prevista para la tarde-noche de ayer, Boris Johnson anunciaría la decisión de declarar un confinamiento en toda Inglaterra a partir del jueves y hasta el 2 de diciembre.GARA