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Frente al capital, pedagogía, salud, euskera y condiciones laborales dignas


El final del curso anterior y el inicio del nuevo han sido, ambos, difíciles tanto para alumnos, familias y trabajadores y trabajadoras. Decimos que difícil porque, en este sistema neoliberal, todos los departamentos de Educación que dependen de los gobiernos que nos des-gobiernan han primado el capital por encima de todo. No se han tenido en cuenta los experimentos y enseñanzas aprendidos en la vuelta a la educación presencial que, en la primera ola de la pandemia, se hizo primero en Iparralde y después en Hego Euskal Herria. Es más, tampoco se prepararon para los diferentes escenarios que preveían, y el inicio del curso 2020-2021 ha salido adelante gracias a los trabajadores y trabajadoras.

En este curso, que ha sido extraordinario, las medidas economicistas han sido el eje de los sistemas educativos, y, por tanto, los modelos educativos autoritarios y bancarios se han impuesto en detrimento de la pedagogía. ¿Por qué no se han apoyado los proyectos educativos y las metodologías activas que, con la mejor voluntad, están en marcha en nuestros centros? Porque requieren un gran esfuerzo organizativo y una mayor inversión económica, no hay otra razón. Sólo tienen un argumento para apoyar su falta de apoyo: que no hay espacio físico. ¿Han colaborado con las instituciones públicas locales y tomado decisiones valientes? ¿Han hecho inversiones económicas complementarias para hacer frente a esta situación en educación? Tampoco ha habido medidas para superar la brecha que ha sufrido gran parte del alumnado respecto al euskara, ni para apoyar el modelo de inmersión, y la brecha provocada por la situación socioeconómica ha aumentado más entre el alumnado. Las administraciones están poniendo en peligro lo avanzado en los últimos años, siendo el alumnado de origen extranjero y el de menor nivel económico el más afectado por todas estas brechas.

En Euskal Herria, las tres administraciones no han analizado y rebajado las ratios en los diferentes colectivos de trabajadores y trabajadoras o incrementado las plantillas. En el mejor de los casos, nos han dado migajas. Tienen totalmente en el olvido al colectivo de educadoras y educadores infantiles del ciclo 0-3 y a los colectivos de educación especial. Y en el caso de los colectivos más feminizados, su situación se ha precarizado; al personal de limpieza, de cocina y monitoras de comedores les han aumentado la carga de trabajo y han empeorado sus condiciones laborales. En el caso de este último sector, muchas trabajadoras y trabajadores están en riesgo de perder su empleo. Mantener los comedores abiertos y garantizar la alimentación del alumnado es un derecho fundamental, y las administraciones tienen la responsabilidad de cumplirlo.

Es hora de poner en el centro a estudiantes y personal frente al capital, y para ello los planteamientos de movilización, huelga y lucha son imprescindibles. Las autoridades educativas nos han manifestado cuál es su voluntad: educación presencial sí, pero sin recursos para garantizar su calidad. Así como la menor inversión económica legalmente obligatoria para garantizar la salud. No hay medidas para proteger al personal más vulnerable. Nos encontramos a personas especialmente sensibles en nuestros centros, y tampoco se toman medidas para reducir la exposición de riesgo del resto de trabajadoras y trabajadores. En los centros tenemos relaciones con muchas alumnas y alumnos y compañeras y compañeros, no han reducido los grupos, y luego nos exigen por decreto que reduzcamos nuestras relaciones en otros ámbitos informales.

La situación más extrema de las medidas economicistas relacionadas con la salud nos llegan desde Ipar Euskal Herria, con la decisión de confinar sólo a la alumna o alumno con PCR positivo. ¡Una medida brillante para proteger la salud de estudiantes y personal! Han pasado de confinar a todas las personas con las que se relacionaba y analizar su estado de salud, a confinar sólo a quien da positivo. En breve nos pedirán a quienes hayamos tenidos relación con alguna persona con PCR positivo que no tomemos medidas (ya sean estudiantes o trabajadoras y trabajadores), alegando que usamos mascarillas y mantenemos la distancia física. Eso sí, nos han dado la orden de ir del colegio a casa y relacionarnos sólo con la familia, nos dirán que garantizar la salud y no difundir el contagio del covid-19 está en manos de las trabajadoras y los trabajadores, convirtiendo sus responsabilidades en las nuestras. ¿Hasta cuándo?

Garantía de una educación presencial de calidad es el cuidado de las trabajadoras y trabajadores; por un lado, cuidando su salud, como se ha mencionado anteriormente, y por otro, con unas condiciones laborales adecuadas y dignas. Las trabajadoras y trabajadores necesitamos permisos retribuidos para la conciliación, contrataciones que no profundicen en la precariedad, cubrir sustituciones desde el primer día, que no nos desplacen de nuestros puestos de trabajo, situaciones de estabilidad y no eventuales, garantizar el empleo y no destruirlo, no aplicar recortes, renovar convenios laborales obsoletos; y, cómo no, mantener la negociación para conseguir todo esto. No hay educación de calidad sin dignificar las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras, en escuelas infantiles, cocinas, comedores, transporte, limpieza, direcciones, educación especial o en el ámbito docente. Vivimos una época dura, sobre todo en el colectivo del personal laboral y subcontratado; pero también es tiempo de defendernos mutuamente a través de múltiples formas de lucha. ¡Es hora de luchar por una educación presencial de calidad y en defensa de unas condiciones laborales dignas! Construyamos desde hoy las bases del futuro sistema educativo soberano para Euskal Herria.