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MOVIMIENTOS EN POLÍTICA PENITENCIARIA

Empiezan a sacar a presos vascos de módulos de aislamiento tras 33 años

Módulos de aislamiento o castigo; recintos diseñados para sanciones cortas o casos puntuales de «inadaptación», pero que han albergado a cientos de vascos de modo casi rutinario con la dispersión. Etxerat confirma a GARA que se han vaciado en tres prisiones, no en otras dos, y pide «determinación y valentía» para cerrar tal «anacronismo».


El informe recién presentado por el Foro Social Permanente hacía un apunte al respecto y Etxerat lo confirmó ayer a NAIZ: la política de encerrar a los presos y presas vascas en módulos de aislamiento empieza a corregirse con algunas acciones. Se mantiene, no obstante, en otros casos, lo que lleva a Urtzi Errazkin, coportavoz del colectivo de familiares, a concluir que «algo se mueve, pero ni lo suficiente ni con la valentía necesaria».

Encerrar a estos prisioneros políticos en módulos de aislamiento ha sido una práctica generalizada desde que se puso en marcha oficialmente la política de dispersión hace 33 años, pese a que teóricamente son recintos destinados a presos «inadaptados» o bien a la aplicación de castigos revisables cada dos semanas. Por ellos han pasado cientos y cientos de vascos como si fuera algo normal y rutinario, y en no pocos casos han cumplido ahí todo el cautiverio, más de una veintena de años.

La noticia, por tanto, es relevante: Etxerat confirma que en fechas recientes los encerrados en Estremera, Sevilla y Córdoba han sido sacados de estas Unidades Especiales de Régimen Cerrado para pasar a módulos normales con el resto de presos.

Qué se ha hecho y qué no

Los presos vascos en A Lama (Pontevedra) y Jaén también han sido agrupados en un solo módulo. Y se ha producido otro tipo de reagrupamiento en Sevilla, con la excepción de un preso, y en Puerto-III, donde los vascos han sido concentrados en los módulos 1 y 2, salvo uno de ellos que se encuentra solo en el 3.

El movimiento resulta perceptible, aunque está lejos de resultar completo, según remarca Etxerat. Para empezar, el aislamiento sigue vigente en Huelva y Soto del Real. Además, la dispersión en el interior de las prisiones aún persiste en la mayoría de centros, con separaciones de los vascos en módulos de la misma cárcel; es el caso de la citada Córdoba tras vaciar el módulo de aislamiento, pero también de Puerto I, Granada, Murcia II, Villena (Alacant), Castelló I y II, Zuera (Zaragoza), Soto del Real (Madrid), Dueñas (Palencia) y Mansilla (León).

Otra circunstancia remarcable es que «muchas mujeres presas llevan años, además de alejadas, encarceladas en soledad, sin compañeras: Algeciras, Huelva, Córdoba, Granada y Teixeiro (A Coruña)», enumera Errazkin desde Etxerat. «Al encarcelamiento en soledad de las mujeres se suma el de algunos hombres en situaciones que se prolongan en el tiempo, por espacio de meses e incluso años. Esto ha ocurrido y ocurre en Cáceres, Badajoz, Valdemoro, Fontcalent, Teruel, Ocaña I y, en breve, Murcia I», recuerda.

Con este claroscuro sobre la mesa, la conclusión de Etxerat es que «algo se mueve, pero no lo suficiente ni con la determinación y valentía necesarias». Errazkin subraya, uniendo este tema al goteo de noticias sobre traslados a Euskal Herria o su entorno cercano, que «es tiempo de que el Gobierno español ponga fin al alejamiento. No es tiempo de acercamientos a medias o a tercios, es tiempo de que los traigan a Zaballa, y más en esta época de pandemia». Justo ayer, Instituciones Penitenciarias anunció la suspensión de todos los vis a vis y encuentros familiares por el covid-19, además de los permisos de salida, reproduciendo lo que ya ocurrió en la primera ola de primavera. Y este fin de semana los familiares vuelven a las cárceles para las visitas ordinarias con la misma incertidumbre de hace siete días, cuando se implantaron los confinamientos perimetrales.

¿Qué es el aislamiento?

¿Qué es exactamente un módulo de aislamiento y cómo afecta a la persona presa? Uno de los casos más conocidos es el de Córdoba, en el que ponía el foco el reciente informe del Foro Social Permanente.

En su presentación, el abogado Aitzol Asla –miembro del decanato del Colegio de Abogados de Bizkaia y del observatorio Behatokia– detallaba que «en Córdoba el módulo está bajo el nivel del suelo; se accede por una entrada como la de un garaje, con lo cual lo único que se percibe desde las ventanas de las celdas es un muro alto y encima un trozo de cielo. Además, en esas ventanas, hay también una reja sobre los barrotes, dificultando más la aireación e iluminación».

«En estos módulos no hay gimnasio ni salas comunes ni otras facilidades. Por la tipología de presos que cumplen sanciones, hay un ambiente tenso, sumamente agresivo y ruidoso. Pese a que el Reglamento así lo estipule, en la mayoría tampoco existen programas de tratamiento para las personas allí internadas. Lograrlos lleva tiempo, tesón y determinación, como ha ocurrido en Córdoba», añadía Asla.