Raimundo Fitero
DE REOJO

Católico

Ante la amplia gama de posibilidades de hilar la hebra el día después de que Joe Biden, el segundo católico en la Casa Blanca haya sido proclamado presidente electo por varios medios de comunicación que es la manera tradicional hasta el acto oficial, quizás convenga reflexionar sobre el periodismo. Sin lecciones éticas, ni morales, ni económicas. ¿Qué ha pasado, qué está pasando con la profesión periodística en el mundo globalizado? Porque al todavía presidente Trump, tres cadenas de televisión le cortaron mientras se denigraba. Otras aguantaron y al terminar desmintieron todas las falacias y mentiras.

Se posicionaron, me imagino sabiendo que el escrutinio iba ya dando vencedor a Biden y que las ponzoñosas manos de este sátrapa perdedor ya no podían dañarles demasiado. Como en el reino de España hay ahora una tormenta en un vaso de agua destilada sobre una recomendación para parar la «desinformación», pues me parece un buen asunto, porque reconozco que de entrada ante la animadversión que causa este conglomerado de carne con pelo naranja, aplaudí la medida de cortarle. Pero después, pensando, creo que lo adecuado es dejarle hablar, poner quizás un letrero diciendo que la cadena cree que miente, pero no censurarle. Pensando que existen muchos televidentes sanos, inteligentes y que saben discernir. Y después sí, darle un buen repaso.

Es un debate abierto. En La Sexta, y otras cadenas, Inda aparece para vomitar sus mierdas de las cloacas, y le pagan. Cifuentes, aquella expresidenta de la Comunidad de Madrid pillada robando cremas en un Eroski, es tertuliana en otro programa. En la CNN un tertuliano de origen africano rompió en llantos de emoción por la buena noticia del fin de la era Trump. Sigo rumiando con la excepción, Joe Biden, irlandés de origen, es católico. Y su esposa, profesora.