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AZKEN PUNTUA

Las luces de la calle


Había que suspender las fiestas y se quedó sin ellas la semana grande, la virgen blanca, los sanfermines, las tamborradas… No hubo fiestas, lo que no evitó que pronto hubiera de insistirse en algo tan pueril como que la celebración de la “no fiesta” también era una fiesta por lo que quedaba prohibido hacer fiestas y “no fiestas”. Tal era el celo del Gobierno que sopesó aclarar que las prohibiciones tampoco podían celebrarse.

¿Y casi un año más tarde resulta que vamos a celebrar la “no navidad” iluminando árboles y calles cuando las únicas luces de la ciudad, y hablo de bares, cafeterías, comercios y tiendas, que dan vida a las calles, están apagadas. ¿No sería más navideño destinar esos recursos a esas luces? La gente, la que todavía se mueve, se concentra en las grandes superficies del comercio que sí están abiertas porque en la “no navidad” también hay que hacer regalos (yo casi los tengo hechos) para no celebrar la “no navidad”. La publicidad, que vive en otro mundo, (admito que, tal vez, los del otro mundo seamos nosotros) nos insiste en celebrarla con las mismas colonias, juguetes y móviles de la navidad que sí se celebró.

Estando, como parece, las vacunas a la vista, casi fuera sensato trasladar la navidad a junio, cerrarla, pero cerrarla toda, o encender entonces las luces de la calle.

(Preso politikoak aske)