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EDITORIALA

La democracia no es un templo, es un proceso


Con la polvareda del Capitolio todavía flotando en el aire, resulta difícil sacar conclusiones tajantes sobre la naturaleza de lo ocurrido el miércoles en EEUU. Más allá del rechazo obvio al asalto, aún no queda claro si estamos realmente ante el inicio de un intento de insurrección en toda regla o si hemos asistido sencillamente a un trágico carnaval. O si en realidad estamos en una situación indefinida que contiene ambos ingredientes. Lo que ocurra en los próximos días puede ser crucial, porque las derivadas de lo sucedido pueden ser muchísimo más peligrosas.

Sobre Trump es difícil decir algo nuevo. Lo del miércoles, al fin y al cabo, no es sino la confirmación de la degeneración totalitaria que se disparó con su llegada a la Casa Blanca. Quizá, dicho sea de paso, una de las virtudes del asedio al Capitolio es que se pueda empezar a llamar a las cosas por su nombre: no es populismo, es fascismo.

Siguiendo con los clichés y las palabras fetiche, el ataque al Capitolio está siendo descrito a diestro y siniestro como el ataque a un templo sagrado. He aquí, quizá, uno de los problemas que nos han traído a la dramática situación actual. En todo el mundo, la democracia se ha convertido en un objeto de culto, se ha sacralizado a la vez que se inhibía su carácter fundamental: ser un instrumento que debiera permitir organizar la vida pública de forma generalmente pacífica, inclusiva y más o menos equitativa; una herramienta imperfecta que exige una constante actualización para integrar y poner en diálogo los intereses de los diferentes sectores que conviven en una sociedad, al tiempo que garantiza para todos ellos una vida digna. Las democracias representativas occidentales hace tiempo que no cumplen con estas aspiraciones. Solo si se deja de sacralizar, si se actualiza y se la mantiene bajo tensión dialéctica, en permanente construcción, la democracia servirá para cerrar el paso a los Trump de turno. Si no, será la puerta por la que colarse para dinamitar sus mejores valores.