GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

La trompeta


Los jugadores del Athletic ganaron una supercopa, en Sevilla, a un club rutilante en horas bajísimas. El resumen de este partido es que Villalibre, un jugador que empezó de suplente marcó el empate para la prórroga, provocó a Messi para que lo expulsaran y acabó tocando el himno con su trompeta en las celebraciones. Así se escribe la historia. Un juego colectivo, en un título que premia lo hecho hace casi un año, lo celebra un entrenador que lleva poco más de una semana al frente y se opaca el partidazo de una individualidad muy colectivizada: Iñaki Williams, convertido de repente en algo más que un jugador.

Esta circunstancia nos devuelve al principio de nuestras incongruencias. El fútbol no es un placebo, es una adicción social. En cada partido, sea de la categoría que sea, que se retransmite por televisión se concentran todas las tentaciones para ludopatía de sofá que son las apuestas deportivas. El fútbol se hace en estadios vacíos, por lo que es un espectáculo netamente televisivo. Veremos sus consecuencias económicas en breve. Saldrán los millones de euros a paladas para los clubes. En cuanto se toque el cornetín.

Así que enganchados al mando a distancia vemos a Pablo Iglesias en una de esas entrevistas que se instauran en el club de los trompetistas sordos. Hace comparaciones peregrinas. Lo único que le identifica es su bolígrafo boya en la mano, porque su moño no le da más credibilidad y sus contradicciones aumentan de manera exponencial. Quiere hacer ver que está en un consejo de ministros paralelo. Y será para lelos y lelas el creerle. Eso de que los debates, las discusiones, las dos ideas dentro del gobierno son buenas es un cuento. Y decirle a este hombre yo-yo que han existido gobiernos de coalición en la CAV, en Catalunya, Nafarroa, Valencia y otros múltiples lugares. Pedro Sánchez es más listo de lo que parece.