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La ultraderecha portuguesa busca capitalizar su ascenso

Tras la reelección que confirmó su popularidad, el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, anuncia que jugará un papel cada vez mayor en la política del país, condicionada ahora por la irrupción de la extrema derecha, que ya ha advertido de su intención de hacer valer su ascenso político, capitalizar la desilusión de la ciudadanía y reconfigurar la derecha. Con una gran abstención, superior al 60%, la izquierda fue la gran derrotada.


Marcelo Rebelo de Sousa renovó su mandato como jefe de Estado portugués a la vez que su influencia en la política del país, al conseguir en la primera vuelta el 60,7% de los votos, mientras que el ultraderechista André Ventura, líder de Chega, obtuvo el 11,9% de los votos –casi medio millón– sin llegar a superar a la socialista Ana Gomes, que quedó en segundo lugar con un 13%, aunque su propio partido apoyó al actual presidente.

En una convocatoria dominada por la abstención –60,5%– los grandes derrotados de la izquierda fueron el Bloco –su candidata pasó del 10% de las anteriores presidenciales al 4%– y el Partido Comunista.

Según el politólogo Antonio Costa Pinto, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa «Chega se ha convertido en un elemento fundamental para la constitución de un Gobierno de derecha». Sobre todo porque en Portugal no hay un cordón sanitario que la mantenga alejada del poder, como lo demuestra el acuerdo alcanzado por el PSD con Chega para recuperar el control del Gobierno regional de Azores en noviembre.

Y Chega aún tiene margen de mejora en un país donde las encuestas de opinión muestran que alrededor del 20% del electorado podría ser sensible a su mensaje, que aprovecha la desilusión como en las presidenciales del domingo. Midiendo la importancia de su avance, André Ventura se dirigió de inmediato a los líderes del PSD: «No habrá Gobierno sin Chega». El desafío de la extrema derecha se suma a una pandemia que asola al país y a la crisis económica y social que provoca.

Rebelo de Sousa, en su último mandato, tendrá mayor libertad para influir en el juego político en el que hasta ahora ya ha intervenido, empleando con contundencia sus prerrogativas, como el derecho a veto que ha utilizado 23 veces.

No dudó en prometer a los portugueses que hará de la lucha contra la pandemia su «primera prioridad» aunque corresponde al Ejecutivo de Antonio Costa liderar esta lucha, en la que trata de recuperar el control ante una explosión de casos de coronavirus y el desbordamiento de los hospitales.