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KOLABORAZIOA

De ineptos, memos y mochufas


Todo parece indicar que hay una estrategia común en los países occidentales a la hora de abordar la grave crisis sanitaria que padecemos y que dados los resultados está más que cuestionada. Es lo que yo denomino como la estrategia de la acordeón de dos teclas.

Las restricciones de la movilidad territorial-social-ocio-cultural-deportivas… se abren o se comprimen atendiendo a dos teclas de referencia: evitar el colapso sanitario por un lado y sostener la industria por el otro actuando como vasos comunicantes entre sí.

Este planteamiento tiene una lógica macabra en tanto que, por un lado, se asume un determinado número de muertos e ingresados en las UVI en función de los recursos actualmente disponibles –que no han cambiado cualitativamente desde el inicio de la pandemia– y por el otro garantizar una actividad económica a costa de los sectores primario y terciario (baserris, pequeño comercio, ocio, cultura…). Y así vamos de ola en ola, de restricción en restricción al mismo ritmo de la cansina, repetida y archiconocida música de «pajaritos por aquí, pajaritos por allá…» que tan bien interpretaba con el acordeón el ínclito Iturgaitz

Lo que resulta triste y patético es que el señor Urkullu trate de emularle cuando lo suyo es tocar el txistu y el tamboril que, sin duda, da más juego que un acordeón de dos teclas. Mientras tanto se nos trata de insuflar, de inocular, un poco de optimismo en un estado de fatiga física y mental crecientes con una campaña mediático-propagandística de vacunaciones con tintes grotescos incluso descorazonadores como hemos visto. Algunos a esto le llaman ineptitud.

El filósofo y escritor francés Jean d’Ormesson define lo que él llama la «ineptocracia» un sistema de gobierno en el que «los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente». Y añade, –tomar nota amigas y compañeras de EH Bildu–, «promovido por una izquierda populista y demagoga que toma a las personas como idiotas». Vamos, que da leña a diestra y siniestra.

A mí ya se me había ocurrido lo de la «memocracia», un sistema gobernado por memos. Viene a ser algo parecido pero más prosaico pues todo parece indicar que cada día que amanece el número de memos crece. De esta manera, surge una duda razonable: quienes nos gobiernan, ¿ son ineptos o memos?

En cuanto a las críticas a la izquierda, si proceden, asumámoslas sin acritud, vengan de donde vengan y rebatiéndolas desde la praxis con diligencia, inteligencia y sensatez.

¿Y qué es la mochufa? En principio una ficción, una clase social ideada por el escritor Santiago Lorenzo en su original, divertidísimo y no menos político relato “Los asquerosos”. La define como «un compendio de imbecialditas diacrónicos, ridicultura en inflación y memeces seculares, un tesauro de carcomas biográficos y de jodique particularmente propio del tiempo vigesimoprimero D.C.».

Pero, visto lo visto, en la turba comandada por un cabestro en el asalto al Capitolio en EEUU todo parece indicar que esa clase social existe, que es real. Trumpismo en estado duro y puro, y mucho me temo que los tenemos entre nosotras.

Que Mari nos proteja.