Amaia EREÑAGA
BILBO
«LA CIUDAD VACÍA», UN ARTEFACTO ARTÍSTICO PARA LA REFLEXIÓN

Muntadas remueve las aguas y el urbanismo en Bilbo

A veces hace falta una mirada de fuera para reflexionar sobre, pongamos, un modelo urbanístico, arquitectónico y de sociedad. Eso hace «La ciudad vacía», de Antoni Muntadas.

Hace dos años y medio, el Museo de Bellas Artes de Bilbo encargó a Antoni Muntadas (Barcelona, 1942) una investigación sobre la ciudad y su urbanismo que ha desembocado en “La ciudad vacía”, un proyecto que agita por su visión aglutinadora y, sobre todo, crítica. No es una exposición al uso, pero sí sumamente interesante. “Muntadas. La ciudad vacía” ocupa las salas 33 y 32 del Museo de Bellas Artes de Bilbo; dos salas en dos pisos diferentes, por decisión del propio artista, porque, aunque resulte algo más incómodo al visitante, ayuda a crear un «silencio» o una distancia entre ambas propuestas.

Esta muestra, que busca remover y crear reflexión, se inauguró ayer y permanecerá abierta hasta el 5 de setiembre, fecha en la que está previsto el inicio de las obras de renovación y ampliación del museo.

Esta circunstancia tiene su «aquel», porque lo que en esas dos salas se nos propone es, precisamente, que repensemos y reflexionemos sobre la transformación urbana de la que está siendo protagonista, desde finales de los 90, la capital vizcaina con grandes proyectos arquitectónicos, alabados por unos y criticados por otros. Un ejemplo: el futurista proyecto diseñado por Norman Foster para el propio Museo de Bellas Artes y contra el que se ha creado una plataforma ciudadana, una de cuyas voces principales es la del arquitecto Iñaki Uriarte, colaborador de GARA... y muy presente también en la exposición de Antoni Muntadas.

Memoria, agua

Durante cuatro décadas, Muntadas ha desarrollado una reconocida trayectoria internacional en la que, a partir de su radical interés por la antropología, la sociología y la historia de la cultura, ha abordado numerosos proyectos en los que ha utilizado diversas disciplinas contemporáneas. En “La ciudad vacía”, el eje son unas instalaciones de vídeo experimental, unos «artefactos» que lanza para contribuir a provocar pensamiento.

«Es difícil hace una interpretación de Bilbao viniendo de fuera. Por eso, el proyecto es una suma de interpretaciones», explicó ayer este artista catalán afincado en Nueva York desde 1971. Su forma de trabajo es precisamente esa: reunir a una serie de colaboradores, voces de diferentes sensibilidades y provocar la reflexión.

En Bilbo, lo tuvo claro: el punto de partida era la Ría. «Me he dado cuenta –explicó Muntadas– de que en las ciudades que tienen ría, como en otras en las que he trabajado, como Chicago o Budapest, la ría navegable es la mejor forma de entender la ciudad. Primero, para ver la arquitectura, porque navegar por ella es como ir haciendo un traveling, en un devenir que te hace descubrir no solo la arquitectura y la planificación urbana, sino también los estatus sociales y el urbanismo. En este último, aquí se superponen la industria y la parte de lo que en estos momentos se puede llamar ‘nueva arquitectura’; esa que, sobre todo desde el año 96, se ha interpretado como un nuevo valor añadido, con nombres como Gehry y su edificio para el Guggenheim».

En la primera sala, se muestran sus vídeos “Dérive Veneziane” –la Venecia más oscura e invernal, una ciudad desconocida para el turismo–, “Guadiana” y “Finisterre” –el vídeo se hizo filmando cada hora el horizonte–. Unos trabajos realizados antes del bilbaino y en los que el agua es el nexo de unión.

Y subiendo un piso está “La ciudad vacía”, que, a su vez, se compone de tres subproyectos. Bilbo aparece vacía porque el confinamiento y la pandemia le pillaron de pleno a Muntadas durante su investigación, lo que hace que su trabajo se convierta en una especie de memoria visual del antes y el después de la ciudad, visualizado todo a través de los recorridos en barco que realizó por la Ría.

En “Vacuum/Plenum” hay una doble proyección: por una «cara» de la pantalla, en blanco y negro, está el Bilbo confinado de los meses de marzo a mayo de 2020; por la otra, en color, en los mismos lugares, la gente vuelve a aparecer entre junio y octubre. Pero todavía hoy en día la ciudad sigue sin ser la de la siempre. En total, son 22 tramos de Zorrotzaurre al Ayuntamiento, retratados en movimiento en esas épocas concretas. Por su parte, “On Translation: La Ría” propone dos visiones opuestas sobre el crecimiento de Bilbo: una, la «oficial»; la otra, la crítica del arquitecto Iñaki Uriarte.

Como conclusión está “Suntsiketa/Eraikuntza”, una pieza que puede leerse también de forma duplicada: en las imágenes de vídeo se reflejan los fenómenos extraordinarios que han marcado a la ciudad (la Guerra Civil, las inundaciones de agosto de 1983 y la pandemia) y, en una grabación, de forma paralela y como conclusión sobre lo visto, suenan los bertsos de Oihana Bartra y Arkaitz Estiballes, que cantan, críticos, a este Bilbo «de titanio».

«Los bertsolaris son la pauta oral o interpretación oral de unos elementos que yo había dispuesto en este paseo. Yo veo la exposición como un paseo y, por eso, Walter Benjamin nos acompaña con citas sobre ciudades diversas, porque Bilbao es también una ciudad de ciudades: aquí hay elementos que te llevan a Berlín, a París...».

Como apuntó Miguel Zugaza, director del Bellas Artes, esperemos que algún día se haga realidad un bertso de Oihana Bartra en el que se desea «un Bilbo en el que quepamos todos».

Iñaki Uriarte: «La ciudad vacía es también la ciudad vaciada»

El arquitecto Iñaki Uriarte es una de las voces más críticas de “La ciudad vacía”. La suya es una extensa e intensa dedicación a la preservación de nuestro patrimonio. «La exposición se llama ‘La ciudad vacía’ –explica este colaborador de GARA–, aunque yo creo que, entre las múltiples lecturas que tiene, se podía leer también como ‘La ciudad vaciada’. Porque es una ciudad expoliada, una ciudad que tenía unos valores basados en la anónima belleza de la arquitectura industrial y de los paisajes industriales. Una ciudad que se encontraba a sí misma cuando se miraba en la industria. Una ciudad que algunos añoramos y que las siguientes generaciones solo sabrán de su existencia por algunas fotos. Con estos nuevos ‘artefactos’ que se han ido añadiendo, han ido creando una ciudad diferente, similar a otras muchas». ¿Este es un Bilbo en donde parece que la panacea para lograr estar en el top mundial consiste en llenarlo de edificios de grandes nombres? «Este vaciamiento de la identidad del Bilbo metropolitano –explica– es consecuencia de una subordinación a la especulación, de una negligencia en la protección de los valores culturales y de una ignorancia, cuando no una carencia de autoestima por lo propio, de los responsables de urbanismo y cultura, amparados por unas alcaldías insensibles y mediocres».

De su experiencia con Muntadas, apunta Uriarte que fue «muy buena». Grabaron imágenes en dos ocasiones, una de día y otra de noche en los recorridos por la Ría en barco que Uriarte suele guiar, y el resultado le ha interesado mucho. «Parece más una exposición del ámbito universitario que de un museo oficial. Y, sin querer, eso merita al museo».A.E.