Amaia U. LASAGABASTER

Corto para la necesidad, bueno para la confianza

El Eibar llegará al parón en descenso. Y, dependiendo del resto de resultados que se den hoy, incluso en peor situación clasificatoria de la que tenía cuando llegó a San Mamés. Cuando la necesidad es tan grande, cualquier punto se agradece pero todos se quedan cortos si llegan de uno en uno.

Sin embargo, los azulgranas regresaron contentos a casa. Para empezar porque en las dos jornadas anteriores ni siquiera habían podido consolarse con un empate. También por la sensación, lógica, de alivio, de que el empate fue el menor de los males, vista la superioridad y las ocasiones del Athletic en el segundo tiempo. Pero sobre todo porque, por una vez, su trabajo se vio recompensado. El del primer tiempo, con una buena actuación ante un Athletic que lo tenía todo a favor y un gol que les permitía restablecer el empate después de que el partido se les hubiera vuelto a poner cuesta arriba –es el noveno partido consecutivo en el que su rival se pone por delante en el marcador–, confirmando que en el plano anímico este equipo es poco menos que indestructible. Y el del segundo, con el rival volcado en la portería de Dmitrovic, porque se constataron capaces de aguantar cuando el partido se desarrolla en su área sin cometer errores de bulto, algo que les estaba resultando prácticamente imposible durante la temporada y especialmente en este primer trimestre de 2021 en el que se les ha negado la más mínima alegría.

Ahora habrá que ver si el refuerzo anímico basta para afrontar la recta final de la Liga con garantías. Porque a la vuelta del parón, el Eibar acometerá las diez últimas jornadas de la temporada con la obligación prácticamente de duplicar el rendimiento de las 28 anteriores. Y para eso necesitará algo más que el carácter que casi siempre, también ayer, muestra, elogiable pero hasta ahora poco productivo.