GARA Euskal Herriko egunkaria

«Responsabilidades abrumadoras» de París en el genocidio de los tutsis

Desde Ruanda se ha acusado en las últimas décadas al Estado francés de «complicidad» en el genocidio de los tutsis registrado en 1994. Aunque desde la llegada de Macron al Elíseo las relaciones bilaterales se han distendido, el tema sigue siendo espinoso. Un informe encargado por el propio presidente francés arroja más luz sobre lo ocurrido.


Emmanuel Macron recibió ayer de primera mano el informe que encargó hace dos años a una comisión de historiadores presidida por Vincent Duclert con el fin de «analizar el papel y el compromiso de Francia en Ruanda» entre 1990 y 1994.

La conclusión es que en el seno del Estado francés, entonces presidido por François Mitterrand (PS), hubo «un conjunto de responsabilidades abrumadoras» respecto a lo que sucedió en aquella época en el país africano pero, al mismo tiempo, rechaza la tesis de una complicidad en el genocidio de unas 800.000 personas de etnia hutsi por el régimen hutu, que estaba apoyado por París.

Este documento de 1.200 páginas ha sido elaborado después de que la comisión haya tenido acceso a archivos inéditos hasta ahora, con el objetivo oficial de buscar la verdad sobre la «última derrota imperial [de Francia], tanto más grave porque ni está formulada ni observada [como tal]», según recogían ayer los medios franceses.

El “informe Duclert” considera que «Francia falló en Ruanda» y subraya su «ceguera» ante la deriva genocida del régimen «racista, corrupto y violento» del presidente hutu, Juvénal Habyarimana. Y esto ocurrió «a pesar de las alertas lanzadas desde Kigali, Kampala [en referencia a las capitales de Ruanda y Uganda] o París».

El papel de Mitterrand

El documento, que pudo ser consultado por AFP antes de su publicación oficial, incide en la crucial responsabilidad del entonces presidente, François Mitterrand, en la estrategia desarrollada por el Estado francés en esta región del África oriental.

«Este alineamiento con el poder ruandés procede de una voluntad del jefe del Estado y de la Presidencia de la República», han dejado escrito los catorce historiadores que han integrado la comisión.

Mitterrand, añaden, mantenía «una relación intensa, personal y directa» con Habyarimana. Esa relación, junto con una lectura «etnicista» de la situación en Ruanda, derivó en «la entrega de cantidades considerables de armas y municiones al régimen de Habyarimana», así como en una importante participación del Ejército francés en el entrenamiento de «las Fuerzas Armadas» de Ruanda.

Reacción tardía

En el informe se denuncia también «la existencia de prácticas irregulares de administración, de cadenas paralelas de comunicación e, incluso, de mando, de elusión de procedimientos legales, de actos de intimidación» en la implementación de una política que se decidió fundamentalmente en el Palacio del Elíseo y en el círculo cercano más cercano a Mitterrand.

Y, cuando se perpetró el genocidio, París «tardó en romper» con sus responsables y siguió colocando la amenaza del FPR (Frente Patriótico Ruandés, la rebelión tutsi que puso fin al genocidio) en la cima de sus preocupaciones», escribe la comisión. «Reaccionó tardíamente», precisa, con la “operación Turquesa”, entre junio y agosto de 1994, «que salvó muchas vidas, pero no las de la gran mayoría de los tutsis de Ruanda, que fueron exterminados en las primeras semanas del genocidio».