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EDITORIALA

La pugna entre beneficios y empleo en su apogeo


Los datos del mes de mayo registrados en las oficinas de empleo de Hego Euskal Herria muestran una evolución positiva del desempleo en términos anuales. Descendió en 21.000 el número de personas paradas y, al mismo tiempo, la afiliación a la Seguridad Social subió en 25.000 personas. Sin embargo, la buena evolución general no ha conseguido que el desempleo baje a cuotas previas a la pandemia: en Hego Euskal Herria hay en este momento 10.000 personas más en paro que entonces, esto es, casi un 7% más.

La evolución con ser positiva no invita al optimismo, sino todo lo contrario. Las restricciones sanitarias van desapareciendo, la actividad vuelve poco a poco a la rutina previa y con ella van terminando las moratorias en los pagos y las ayudas públicas. A corto plazo se verá con claridad el verdadero alcance de la crisis económica que va a dejar la pandemia. De momento, las grandes compañías ya se están preparando para ajustar a la baja la plantilla de trabajadores. Destaca la gran cantidad de despidos que proyectan los bancos, pero también hay otras empresas que registran beneficios que ya están recortando el número de operarios: Tubacex se ha convertido en un ejemplo paradigmático de esto último. Si la reacción de las compañías saneadas es despedir, las empresas que se mantenían con dificultades están ya en proceso de liquidación o han echado definitivamente la persiana. Así las cosas, el sector privado de la economía no solo no va a crear mucho empleo a corto plazo, sino que muy probablemente seguirá destruyéndolo, especialmente si no se articula una respuesta contundente, algo que no parece que vaya a venir desde la administración pública.

En este contexto, la movilización, como la de ayer en Araialdea, va a resultar clave para que las empresas reconsideren sus intenciones de recortar plantilla. Solamente la presión social puede frenar el ansia de obtener mayores beneficios e inclinar la balanza a favor del empleo.