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EEUU entrega Bagram, su centro de operaciones clave en Afganistán

La entrega de la base y el aeródromo de Bagram por parte de EEUU y la OTAN al Ejército afgano constituye un paso clave en la retirada y en la constatación de que las fuerzas afganas se enfrentan ahora solas al rápido avance talibán. Bagram fue el gran centro de operaciones de las tropas extranjeras en el país, por el que han pasado cientos de miles de soldados, y en el que Washington abrió una prisión y centro de torturas con miles de presos en un limbo legal.


Todas las tropas estadounidenses y de la OTAN abandonaron ayer la base aérea de Bagram, la más grande de Afganistán, que fue devuelta al Ejército afgano, simbolizando el hecho de que las fuerzas afganas harán ahora frente solas a los talibanes, que siguen ganando territorio.

Ubicada a 50 kilómetros al norte de Kabul, fue el centro de las operaciones estadounidenses durante la guerra que comenzó en 2001. Desde aquí se llevaban a cabo los ataques aéreos contra los talibanes y Al-Qaeda, y donde se organizaba el reabastecimiento de tropas.

«Estamos encantados y apoyamos esta salida. Su retirada completa permitirá a los afganos decidir por sí mismos su futuro», se felicitó el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid.

A lo largo de los años, cientos de miles de militares estadounidenses y de la OTAN, así como «contratistas», se han establecido en la base de Bagram, que parecía una ciudad en miniatura.

En un momento llegó a albergar 100.000 uniformados e incluyó piscinas, cines y spas, e incluso un paseo con cadenas de comida rápida.

Bagram fue construido por EEUU para su aliado afgano durante la Guerra Fría en la década de 1950. Pero luego fue utilizado por los soviéticos tras su invasión en 1979, y el Ejército Rojo lo amplió considerablemente.

Cuando los soviéticos se retiraron en 1989, se convirtió en un punto estratégico en la guerra civil que siguió. En un momento, incluso los talibanes controlaban un extremo de la pista de tres kilómetros y sus enemigos el otro extremo.

En manos de EEUU también albergó una prisión, escenario de algunos de los peores casos de torturas. Palizas, ataques con perros, acosos sexuales, y amenazas de violación le valieron el nombre «el otro Guantánamo» y llegó a encerrar hasta 3.000 prisioneros al margen de la legalidad.

En los últimos meses, Bagram se ha convertido en el objetivo de cohetes lanzados por el Estado Islámico, lo que genera temores de que pronto sea objeto de un ataque regular.

La capacidad del Ejército afgano para retener el control de su aeródromo será una de las claves para garantizar la seguridad alrededor de la capital, Kabul.

En mayo, había aún casi 9.500 soldados extranjeros en Afganistán, incluidos 2.500 estadounidenses. El Ejército estadounidense y la OTAN están a punto de poner fin a esta presencia retirando a sus últimos soldados antes del 11 de setiembre, el vigésimo aniversario de los ataques de 2001. Se espera que el Pentágono mantenga unos 600 soldados para proteger la Embajada en Kabul.

Falta de apoyos de Kabul

Desde que comenzó el proceso de retirada a finales de mayo, los talibanes no han dejado de ganar terreno, tomando el control de decenas de distritos.

Hasta ahora, la retirada se ha llevado a cabo a buen ritmo, lo que sugiere que podría completarse muy rápidamente. Pero el presidente de EEUU, Joe Biden, indicó ayer que no quedará totalmente completada en los próximos días. Biden opinó que el Ejecutivo afgano tiene capacidad para mantenerse tras la marcha de las tropas estadounidenses, aunque admitió su preocupación por problemas internos y por la falta de apoyo nacional que sostenga al Gobierno de Kabul.

Sobre la seguridad de la capital afgana frente a los talibanes, indicó que «los afganos van a tener que ser capaces de hacerlo ellos mismos con las fuerzas aéreas que tienen».

Mayor preocupación muestra el Gobierno ruso, que ayer alertó de que el Estado Islámico está aprovechando la retirada para concentrar combatientes en el norte del país, en la frontera con «países que son nuestros aliados», como Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán, según señaló el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov.