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Cuba no está sola


EEUU se constituyó como nación liquidando a los pobladores originarios de aquellas tierras y de ahí le viene el estilo matonil que les caracteriza. Emergió de la Segunda Guerra Mundial como potencia hegemónica y lleva casi cien años manejando a su antojo este planeta. Monopolizadora del poder, no soporta un mundo multipolar ni cualquier disidencia que ocurra en lo que ella considera su corral.

Entre los muchos ejemplos que pudieran citarse, pocos son tan elocuentes como Cuba. Washington, desde 1962, trató de asfixiar al gobierno revolucionario: «Hay que poner en práctica –dijo el entonces Secretario de Estado- todos los medios para debilitar la vida económica con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno». Fidel Castro denunció mil veces aquella injerencia: «El principio de la soberanía no puede ser sacrificado en aras de un orden explotador e injusto en el que, apoyada en su fuerza, una superpotencia hegemónica pretenda decidirlo todo».

Durante los sesenta años de bloqueo, doce presidentes han accedido a la Casa Blanca y todos ellos han rivalizado en crueldad contra la isla. Trump ha sido uno de los más sañudos aplicando 243 medidas coercitivas en tiempos de pandemia. Biden, pese a sus promesas electorales y a la voluntad mayoritaria de su ciudadanía, mantiene todas las sanciones. La agresividad yanqui ha ocasionado ingentes pérdidas económicas que aturden en macrocifras pero que estremecen por los sufrimientos diarios que provocan: difícil obtención de medicamentos que no ha impedido el desarrollo de biofármacos y el mantenimiento de una baja letalidad; cierre de puertas para impedir la producción de alimentos, encarecer su importación e incrementar el hambre; obstáculos al desarrollo y la tranquilidad que reclama este pueblo sencillo y digno.

Cuba, pese a las coacciones norteamericanas, no está sola. Año tras año, las naciones del mundo repudian este bloqueo criminal. El 23 de junio, y de manera abrumadora, 184 naciones lo han vuelto a condenar en la Asamblea General de la ONU. Solo sus impulsores (Estados Unidos e Israel) lo han defendido y tres peones (Ucrania, Colombia y Brasil) se han abstenido. Al margen de la Asamblea General, son incontables las voces que se están levantando a diario en defensa de Cuba: instituciones de África, de la Unión Europea e incluso de Estados Unidos; países del ALBA; pensadores conocidos, pueblo llano y los más variados movimientos de solidaridad. Múltiples y variados gestos amigos que el presidente cubano acaba de valorar y agradecer.

Euskal Herria, una vez más, ha reafirmado su fibra internacionalista. Ha hecho acopio de medio millón de jeringuillas que tiene previsto enviar a Cuba para que su población pueda inmunizarse con cualquiera de las cinco modalidades vacunales que la isla ha producido. El día 23 de junio cientos de banderas cubanas flamearon en muchos puntos de nuestra tierra adhiriéndose a la III Caravana Mundial contra el bloqueo. No es de ahora. Hace años, cuando Cuba soportaba el duro Período Especial, Askapena lanzó otra campaña de apoyo a la isla con el enérgico lema de «¡Cuba va!». Con tal motivo, se editó un bello afiche que recogía a un tropel de mambises galopando – machete en ristre– por una playa. Se sabe de buena fuente que dicho mural estuvo colgado durante un tiempo en el despacho de trabajo del Comandante Fidel.

Esta pasión internacionalista de nuestras gentes a favor de Cuba es antigua. Aunque unos cuantos paisanos fueron llevados con engaños para defender allá los intereses capitalistas y españoles, otros muchos hicieron lo contrario. Domingo Goikuria, fue uno de ellos. Tras incorporarse al movimiento independentista cubano, fue detenido por los realistas y fusilado en mayo de 1870. Sus últimas palabras fueron: «Muere un hombre, pero nace un pueblo». Las palabras de aquel internacionalista decimonónico fueron premonitorias.