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Empleados esenciales británicos piden prioridad

Organizaciones británicas de trabajadores esenciales han pedido prioridad en el acceso a las gasolineras colapsadas por la crisis combinada de falta de trabajadores, logística y combustible. Mientras el Gobierno intenta disipar el pánico y convencer a la población de que la situación empieza a normalizarse, prepara al Ejército para una eventual emergencia. La crisis se suma al desabastecimiento en restaurantes y comercios, y al aumento de precios de la energía.


Organizaciones británicas de médicos, enfermeras y personal penitenciario quieren que los trabajadores esenciales tengan acceso prioritario a las estaciones de servicio, muchas de las cuales están secas o soportan aglomeraciones. Según el vicepresidente de la Asociación Médica Británica, David Wrigley, los médicos no pueden perder «dos o tres horas» esperando con personas enfermas para tratar. Algunas escuelas están considerando volver a la educación telemática si los maestros no pueden acudir.

Unison, organización líder del sector público, exige que el Gobierno utilice los poderes de emergencia para reservar el uso de ciertas estaciones de servicio para los trabajadores esenciales

En los últimos días se han formado largas colas frente a las gasolineras de todo el país. Los automovilistas, a menudo nerviosos, acudieron en masa tras el anuncio de algunos distribuidores del cierre debido a la falta de conductores de camiones para entregar combustibles.

Ante la crisis, el Gobierno llamó a los conductores del Ejército a prepararse para entregar combustible a las estaciones de servicio si fuera necesario.

Sin embargo, el ministro de Transportes, Grant Shapps, quiso ser tranquilizador, evocando ayer «los primeros tímidos signos de estabilización de stocks de las estaciones de servicio».

También el primer ministro, Boris Johnson, trató de disipar el pánico asegurando que la situación «está mejorando» y urgió a la población a seguir «con sus asuntos de forma habitual» y a repostar «como siempre, cuando se necesite».

En un intento por resolver las dificultades de contratación y atraer a más conductores de camiones extranjeros, el Gobierno anunció que relajaría temporalmente las reglas de visado postBrexit. La escasez estimada de 100.000 conductores persiste hace varios meses y los laboristas acusan al Gobierno conservador de Boris Johnson de «quedarse dormido al volante» y no intervenir lo suficientemente pronto..

A esto se suma un aumento de los precios del gas en los mercados mundiales que afecta particularmente a Gran Bretaña porque depende de él mucho más que otros países para su combinación energética.

El aumento ya ha provocado una serie de quiebras de pequeñas distribuidoras de electricidad, y se espera un gran incremento de precios para octubre.

También ha tenido la consecuencia indirecta de forzar el cierre de fábricas químicas, entre ellas el primer proveedor del país de CO2, destinado al sacrificio de animales y a la cadena de frío, lo que aumenta las dificultades de la industria agroalimentaria.

Sin extranjeros y con salarios bajos, faltan trabajadores

Aumento de los precios de la energía, escasez de trabajadores, conductores, y gasolina... La economía británica se enfrenta a una serie de crisis combinadas. En los pubs faltan cervezas, en restaurantes, tiendas de bicicletas o supermercados faltan productos hace meses. El problema se atribuye a la escasez de conductores –que afecta a toda Europa–, en particular debido a las condiciones laborales y los salarios poco atractivos. La pandemia también ha llevado a muchos conductores extranjeros a regresar a su país y ha retrasado la asignación de decenas de miles de permisos de conducir. El Brexit ahora obliga a los camioneros europeos a solicitar una visa con complicados trámites. La escasez de trabajadores afecta también a la industria alimentaria, el turismo, la restauración y la distribución. Ante la emergencia, el Gobierno se ha resignado a modificar su política migratoria post-Brexit y otorgar 10.000 visas de tres meses para camioneros o trabajadores de la industria avícola, pero pueden no ser suficiente. GARA