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TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA Y DEPORTE DE ALTO NIVEL
Entrevue
SANDRA PIñEIRO FUNGUEIRIñO
EXREMERA Y AUTORA DEL LIBRO “REMANDO EN LA OSCURIDAD”

«Tienes que tener esa fuerza para saber que va a ser complicado»

Sandra Piñeiro (Boiro, 1996), exremera, ha expuesto su enfermedad de anorexia nerviosa a través del libro “Remando en la oscuridad”, un relato autobiográfico escrito desde sus entrañas. Palada a palada está en proceso de recuperación.


El remo le atrapó y a través del remo, entre otras cosas, llegó al extremo de la autoexigencia hasta que le fue diagnosticada una anorexia nerviosa. Lo explica con naturalidad, asume su sufrimiento, y abre sus adentros en esta entrevista concedida a NAIZ. En cada capítulo de “Remando en la oscuridad” el lector llega a empatizar con la propia Sandra Piñeiro o con sus amigos, familiares o su madre. «Incluso había días que ni yo misma me entendía, como para que me entendiese otra persona», resume el capítulo que protagoniza el reencuentro con su madre, la más emocionante según el “feedback” que ha recibido.

«Nunca me gustaba hablar de los problemas. Yo iba al mar, desconectaba, me exigía todo lo que podía, me vaciaba y en el mar desconectaba de lo que había en tierra. Era una forma de evadirme y no tener que enfrentarme a los problemas», cuenta la remera gallega que llegó a Orio para hacer unas prácticas de la carrera de Ciencias de la Actividad Física y se convirtió en una oriotarra más. Este año ha tomado la decisión de dejar a un lado la competición, ya satisfecha con el objetivo logrado: disfrutar remando. 

Ahora mismo, ¿qué tal está?

Bien, muy bien. Por lo menos, hago deporte y disfruto del deporte. Ahora puedo tener una relación sana con la comida. Hay veces que tengo pensamientos un poco distorsionados, como es lógico. Es algo que no se cura de un día para otro, es un proceso. Tienes que aprender a vivir con el problema.

¿Todo comenzó antes de la pandemia?

Sí, y pedí ayuda pero tampoco me dejaba ayudar. Era consciente de que tenía un problema pero no estaba haciendo lo necesario para erradicarlo. La cuarentena también fue un “impasse”, fue un agujero. A nivel emocional y a nivel psicológico, fue jodido para todo el mundo. Yo toqué fondo pero ese tocar fondo creo que me sirvió para coger impulso.

Hasta que le dijeron que dejara de remar.

Es que a día de hoy aún no tengo la regla. Llevo casi cuatro años sin menstruación. Y ya a nivel hormonal, a nivel fisiológico, fertilidad, de densidad ósea, a nivel cardiovascular, pierdes musculatura... no estás en los parámetros correctos y te afecta a nivel anímico, te afecta todo. Estaba bajo cero y si seguía entrenando a alto nivel, lo que aún podía recuperar no lo acabaría recuperando.

Me dijeron que dejara el remo y yo en ese momento me negué. Me podían pedir lo que fuese pero dejar de remar, no. Por lo menos, que el momento de dejar de remar llegara porque yo quisiera, no porque esto sea un problema mayor que lo que yo quiera hacer. El médico, Rafa [González de Txabarri, miembro de la directiva], Xanti [Zabaleta, entrenador], todos los preparadores de Orio y las compañeras me apoyaron y yo hice una planificación aparte. Aún en verano, dos días a la semana yo hacía la mitad de entrenamiento, otra mitad descansaba. La nutrición me la llevaban ellos al 100%, mi compañero de piso Jon me preparaba toda la comida, yo no podía controlar nada.

Poco a poco voy cogiendo el control y ahora mismo, puedo cocinar por mi cuenta. Tengo una dieta equilibrada, puedo salir a comer y no me importa, me da igual cuándo comer y no me genera ansiedad ni agobio. Esos pequeños pasos son importantes y la voz de la cabeza se va callando. Ahora me doy cuenta de que estoy en el camino correcto.

En el libro menciona la autoexigencia. ¿Eso es lo que le llevó a esa situación?

Sí, soy muy competitiva, muy autoexigente en todos los ámbitos. Incluso voy a la montaña y estoy viendo a gente por delante y les tengo que pasar. Es lo que más me está costando erradicar pero he llegado al punto de disfrutar del deporte y no desde la perspectiva de ser la mejor. Porque quieres ser la mejor todo el tiempo, es una competición y nunca es suficiente porque llegas a un escalón, y piensas que puedes más. No disfrutas las victorias ni disfrutas de a dónde llegas porque siempre necesitas llegar más y ese más es infinito, porque nunca vas a estar satisfecha con lo que estás haciendo.

Ha ganado dos ligas Euskotren y dos Bandera de La Concha…

No te voy a decir que no estaba satisfecha pero es como que lo tenía muy idealizado. La primera vez que gané la liga me emocioné mucho, lloré muchísimo porque me comparaba con la Sandra de 10-11 años y ver que alcanzaba la meta que llevaba proponiéndome toda la vida... lo disfruté en ese sentido. Pero hay esa otra parte de ti que te dice que hay algo que no fue perfecto. Siempre hay un pequeño pero. Creo que ahí estaba el problema. Si ganando liga, ganando La Concha –que es lo máximo a que puedes optar en las traineras– me faltaba algo... Y ahí te das cuenta de que el problema no es de los objetivos, es por ti.

Ya cuando es más consciente, acude a Alba. ¿Quién es Alba?

Alba es una amiga que conocí cuando trabajaba en Decathlon hace tres años, cuando llegué aquí. Y desde entonces es parte de mi familia. Ella es nutricionista y estuvo haciendo prácticas en ACAVE durante unos meses. A mí me tenía hablado sobre la asociación y ella ya identificaba en mí que había conductas, ya se lo olía, pero yo lo justificaba. Cuando yo vi que se me escapaba de las manos, fue la primera a la que se lo dije. Le di la razón, había algo que se me estaba escapando. Yo no controlaba mi cabeza.

¿Qué es lo que le llevó a dar ese paso?

Ya cuando estaba en el agujero. Cuando estás cansada de que todos los días sean iguales. Sabes que vas a estar pensando qué comer, qué no comer durante las 24 horas y te agota. Me imaginaba dentro de cinco años en la misma situación, y no quería. “Si mi vida es así, es una mierda, yo no quiero esto, no quiero vivir así”, me decía. Tan solo pensarlo, me agotaba psicológicamente. Y se te pasan por la cabeza cosas horribles. Estás todo el día llorando porque no quieres que tu vida sea así pero no sabes cómo darle la vuelta. De forma desesperada, cómo sabía que ella podría saber algo, hablé con ella.

Es entonces cuando comienza con la psicóloga, pero hasta que le dijeron que dejase de remar, seguía escondiendo el problema.

Eso es. Yo pedí ayuda pero no me estaba dejando ayudar. Piensas que contando el problema se soluciona y no, tienes que tener esa fuerza para saber que va a ser complicado y que va a haber cosas a las que le vas a tener que ganar a tu cabeza. Hiciese lo que hiciese iba a estar mal, porque si me enfrento a mi cabeza voy a estar jodida, porque mi cabeza me va a machacar desde dentro; pero si no lo hago, también voy a estar jodida porque sé que esto va a ir a más. Mi parte lógica, gracias a díos, me dijo que iba a estar mal pero que a la larga iba a estar mejor.

En el libro cuenta que empieza en el remo porque un amigo le dice que no es para chicas, que es demasiado duro y que usted quería demostrar. ¿Ser mujer y competir al máximo nivel exige tanta disciplina?

A día de hoy, el deporte femenino tiene que ser todo el rato una demostración de que las mujeres nos merecemos la repercusión en los medios, nos merecemos igualdad de condiciones… Tienes que estar demostrándole a la sociedad que tú eres lo suficientemente fuerte, competitiva, comprometida y responsable para poder alcanzar el mismo rendimiento que los chicos. En el remo sí que van dando pasos, cada vez la mujer tiene más importancia, pero hasta hace pocos años era predominantemente masculino. Tienes que demostrar que eres una tía fuerte y que quieres remar.

¿Ha escrito este libro para concienciar?

Somos muchas personas. Una vez que lo hice público me quedó muy claro porque en prácticamente todos los equipos había alguien con problemas parecidos. Me hablaron chicas de los cuatro equipos Euskotren que estaban en la misma situación, y chicos de la ACT también. El haberlo compartido conmigo me hace reforzar esa idea de que es un problema muy fuerte y que está a pie de calle. Tuve compañeras de equipo que me hablaron y yo, pese a haber compartido años con ellas, nunca me di cuenta.

En el libro habló de la asociación ACAVE y a las dos semanas de publicar el libro, acudieron a por información más de veinte personas. Saber que ayudó a gente a darse cuenta de que no tenía una buena relación consigo misma, es lo más importante de todo.

¿A usted le dijeron que dejara el remo porque era remo o porque era deporte?

Porque era deporte. Porque veían que en un deportista todo el foco de atención está en el deporte. Veían que quizás en mí eso era lo que me estaba restando y perjudicando. Yo logré este año disfrutar remando, dándome igual los objetivos. Nunca antes pensé en quedar segunda y sentirme plena con la regata. Este año por eso sentí que era libre, entre comillas, porque estaba disfrutando de lo que más me gustaba con gente que quiero, con gente que está en el mismo camino que yo y me sentía segura, aliviada. Ahora que dejo de remar, sé que lo hago porque puedo hacerlo. Antes no lo podría hacer porque sería como que me iba del deporte porque lo veía como algo malo; sin embargo, yo vi el deporte como algo que me iba ayudar a recuperarme, y lo conseguí.