Natxo MATXIN
DERBI EN EL SADAR

El idilio con El Sadar permite a la Real continuar aupada en el liderato

Por cuarta temporada consecutiva, la Real prolongó su idilio con El Sadar. Un disparo de Merino –profeta en su tierra– que desvió David García al intentar despejarlo y un penalti transformado por Januzaj inclinaron la balanza del lado txuri urdin prácticamente en el último cuarto de hora de un derbi que le permite seguir siendo líder.

OSASUNA 0

REAL 2

 

Por cuarto año seguido, los puntos de El Sadar volaron a Donostia. Al final, la mayor calidad txuri urdin acabó prevaleciendo, aunque también necesitó de cierta fortuna en la primera de las dianas y de un penalti un tanto alocado de Unai García. A los rojillos, que se vaciaron físicamente para cortocircuitar la circulación de balón guipuzcoana, les faltó precisión y morder cuando intentaron salir rápido a la contra.

Ambas escuadras vascas saltaron al verde con numerosos cambios respecto a sus últimos compromisos. La Real introdujo cinco variaciones respecto al partido contra el Sturm Graz, mientras que Osasuna subió esa cifra hasta las siete respecto al equipo que acabó perdiendo en el Sánchez Pizjuán su extraordinaria imbatibilidad foránea.

Y también los dos conjuntos coincidieron en aplicar la máxima preocupación posible a la hora de manejarse con el esférico, sabedores de que la mínima pérdida en territorio delicado podía suponer ese detalle del que siempre se habla en la previa y que inclina el resultado del partido de un lado u otro.

Buscando ese error del contrario, apretaron rojillos y txuri urdines en posiciones adelantadas durante los primeros compases del derbi, algo que no se prolongó durante demasiado tiempo, conscientes del desgaste físico congénito que ello implicaba y lo largo que se podía hacer el duelo sin reservar el suficiente oxígeno para el tramo final.

Tanta cautela solo podía derivar en un choque encorsetado, de los que gusta a los técnicos, pero sin excesivo brillo ni espectáculo para una grada que, horas antes, ya se había administrado su correspondiente dosis de farra por las calles de Alde Zaharra. Eso que llevaron por delante porque, al menos durante la primera parte, el fútbol que se vio sobre el estadio iruindarra no dejó mucho margen para el disfrute.

En todo caso, la Real sí que tiró de habilidad individual para desequilibrar la contienda a la mayor brevedad posible. Para el tercer minuto de partido, Silva ya dejó muestras de su calidad, dejando atrás a dos rivales, aunque no siendo tan certero en un centro casi en el área pequeña que abortó un Sergio Herrera al que en principio no se le esperaba, pero que se recuperó a tiempo para estar en el derbi.

Respeto mutuo

No fue hasta pasado el primer cuarto de hora cuando se fraguó un nuevo sobresalto, en este caso en el área realista, con un David García que superó líneas y se atrevió con un chut lejano que no encontró portería. Correspondió Mikel Merino, en el 24, con un disparo que acabó golpeando a Rubén García y saliendo por encima del travesaño. El iruindarra tendría mayor suerte en la segunda parte.

Cuatro minutos más tarde, Osasuna forjó una incursión por su costado izquierdo y al centro de Manu Sánchez –uno de los pocos con sentido que realizó el cuadro rojillo– no llegaron a rematarlo ni Kike García, en primera instancia, ni Barja, a continuación. El respetable pidió empujón sobre el de Noain, pero la solicitud estaba infundada, como se pudo apreciar en la repetición televisiva.

Volvió a tirar la Real de clase personal, esta vez con Barrenetxea como protagonista. El donostiarra, uno de los mejores de su equipo, caracoleó dentro del área osasunista y se sacó un chut con la derecha que ya había superado a Herrera, pero no así a un David García atento a la jugada, que desvió el cuero casi bajo palos para evitar el 0-1.

Casi con ese lance se dio por concluida una primera parte en la que el respeto mutuo y el miedo a encajar primero predominaron en dos conjuntos muy bien trabajados y que sabían cómo jugar sus cartas para hacerse con los tres puntos. De hecho, la tónica no varió excesivamente tras el descanso, en el que Imanol no quiso arriesgar con la amarilla que vio Rico, quien fue relevado por Aihen Muñoz.

El duelo siguió transcurriendo por los mismos derroteros. La Real intentando romper líneas con combinaciones rápidas y verticales, y Osasuna buscando el error rival para salir con velocidad hacia campo contrario. Isak pudo inaugurar el electrónico con un balón que se llevó al adelantarse al corte de Unai García, pero su chutazo final salió elevado y Darko, en la mejor ocasión rojilla, se encontró con el cuerpo de Remiro al finalizar con la izquierda una buena contra local.

Januzaj finiquita

El equilibrio parecía que solo podía romperse en algún lance suelto, de esos en los que es necesario disponer de fe y también de la necesaria dosis de fortuna. Y llegó en el 72, cuando Mikel Merino, apareciendo desde atrás, encontró el espacio necesario y el momento oportuno, para armar su pierna con un disparo que iba a portería, aunque fue el despeje de David García lo que acabó alojando finalmente el cuero en las mallas.

La diana generó, lógicamente, dinámicas contrapuestas. A Osasuna le sentó como un tiro, al echar por tierra todo el trabajo llevado hasta el momento, y a la Real le sirvió de bálsamo para encontrar más huecos entre las líneas navarras, que se vieron obligadas a adelantarse en busca del empate. Con semejante coyuntura, Silva encontró una nueva vía de agua para ceder a Portu, que viniendo en carrera, concretó un chut centrado, fácil para Herrera.

Apenas seis minutos más tarde, los visitantes finiquitaron el derbi. Otro eslalom, en este caso de Januzaj, se encontró con una segada un tanto precipitada por Unai García, que derivó en los once metros. El propio jugador belga fue el encargado de transformar la pena máxima y sumar tres puntos que le permiten a la Real seguir encaramada a lo más alto de la tabla de Primera División.