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Despega el James Webb, el mayor telescopio jamás enviado al espacio

El James Webb, el mayor telescopio jamás enviado al espacio, despegó ayer sábado en Kourou, Guayana, territorios de Outre-mer ocupados por el Estado francés. Viajará a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, unas cuatro veces más lejos que la Luna, y permitirá a los científicos estudiar una gran variedad de objetos celestes.


El cohete Ariane 5 que transporta al James Webb, el mayor telescopio jamás enviado al espacio, despegó ayer sábado a las 13.20 horas desde el puerto espacial de Kourou, en Guayana.

Un cielo parcialmente nublado en Kurú no permitió ver de manera continua el ascenso del cohete ni las dos largas lenguas de fuego que provocaban sus motores a plena potencia, en lo que fue un lanzamiento «absolutamente perfecto», indicó en una rueda de prensa posterior el máximo responsable de Arianespace, Stéphane Israël.

El James Webb viajará hasta situarse a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, unas cuatro veces más lejos que la Luna y desde allí, ofrecerá una vista inédita del universo a longitudes de onda del infrarrojo cercano y el infrarrojo medio, y permitirá a los científicos estudiar una gran variedad de objetos celestes, siendo capaz de mirar hacia atrás en el tiempo más de 13.500 millones de años para ver las primeras galaxias que nacieron tras el Big Bang.

Lleva incorporados cuatro instrumentos científicos de última generación que proporcionarán los datos necesarios para analizar los materiales que componen las estrellas, las nebulosas, las galaxias y las atmósferas planetarias, explica la ESA.

las cámaras, espectrógrafos y coronógrafos MIRI, NIRSpec, NIRCam y NIRISS, el sucesor del mítico telescopio Hubble permitirá descubrir además nuevos exoplanetas e identificar su composición química.

Pero completar su misión, además de separarse del cohete a los 27 minutos y 11 segundos, deberá seguir un largo viaje y superar una serie de etapas críticas en el próximo mes. El James Webb es tan grande que se ha doblado al estilo origami para caber en el cohete de Arianespace y una vez en el espacio se desplegará como un juguete transformer.

Entre otros, deberá abrir su parasol, del tamaño de una cancha de tenis, y luego el espejo primario, de 6,5 metros, con el que podrá detectar la tenue luz de estrellas y galaxias distantes con una sensibilidad cien veces mayor que la del telescopio Hubble.

Todo esto en los primeros 29 días, pero los ingenieros pasarán un mínimo de seis meses calibrando los instrumentos para que el telescopio quede listo.

El telescopio dotará a astrónomos y astrofísicos de todo el mundo, por vías hasta ahora imposibles, de las capacidades necesarias para ampliar las fronteras del conocimiento sobre nuestro sistema solar, la formación de estrellas y los planetas, y sobre cómo se crean y evolucionan las galaxias. Nunca se ha mirado al universo con estos ojos, así que esta mirada puede suponer un hito y una sorpresa.

El James Webb es una colaboración entre las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), de Europa (ESA) y de Canadá (CSA) y se enfrentará a temperaturas muy bajas (alrededor de -230 grados centígrados); funcionará durante un mínimo de cinco años, aunque está planificado para que lo pueda hacer durante una década.

En desarrollo desde 1996, inicialmente fue denominado como Next Generation Space Telescope o NGST, hasta que en 2002 fue denominado James E. Webb, en honor al administrador de la NASA entre 1961 y 1968. El proyecto, cuya finalidad es dar relevo a los telescopios espaciales Hubble y Spitzer, ha tenido cinco años de retraso en el lanzamiento y su coste final ronda los 10.000 millones de dólares.