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CUENTA ATRÁS HACIA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES FRANCESAS

SOLO QUIEN TIENE PADRINOS SE BAUTIZA COMO CANDIDATO

Hoy arrancará oficialmente el procedimiento, tan característico como controvertido, que decide la suerte de los aspirantes a la Presidencia francesa: la búsqueda de 500 avales. Estas son las reglas que ha establecido el Consejo Constitucional para investir a los candidatos.


Las elecciones a la Presidencia francesa se celebrarán entre el 10 y el 24 de abril. Hasta la fecha, más de una veintena de aspirantes han expresado su deseo de participar en unos comicios que, sin embargo, exigen a los candidatos una tarea que no está al alcance de todos: buscar 500 padrinos.

El Consejo Constitucional ya ha hecho públicas las reglas para recabar esos apoyos con vistas a la primera vuelta. De esta forma, aunque algunos aspirantes lleven semanas, caso de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) o del propio Eric Zemmour, aireando cuentas, será hoy cuando se lance ese proceso, a partir de la publicación oficial del decreto de convocatoria a los electores.

El Constitucional defiende este sistema porque, según proclama a través de su web, «el filtro de los apadrinamientos permite evitar un número excesivo de candidaturas en la elección presidencial y descartar las candidaturas caprichosas o testimoniales».

La candidatura, luego retirada, del cómico Coluche en la elección de 1981 –que finalmente se saldó con la elección del aspirante del PS, François Mitterrand– no es el único pero sí seguramente el sobresalto más recordado de una elección que tiene a gala ser una liza a prueba de «candidatos intrusos».

Si se tiene en cuenta el carácter pionero de las candidaturas de Jean-Marie Le Pen a la hora de desafiar al orden electoral, la entrada en el debate de 2022 del polemista de ultraderecha Éric Zemmour, impulsado desde los medios del magnate Vincent Bolloré, puede considerarse, en cierto modo, una secuela. Está por ver si los mecanismos correctores del sistema funcionarán para que la contienda se decida en base a sus códigos más clásicos o si se abre otra grieta.

Aunque es más añejo, el sistema de apadrinamiento se fijó en la ley de 6 de noviembre de 1962 en la que se estipuló que, a partir de entonces, el presidente de la República francesa no lo designaría un colegio electoral sino los ciudadanos mediante el sistema de sufragio universal directo.

Para el Consejo Constitucional el mecanismo tiene una segunda ventaja: cierra el paso a «las candidaturas vinculadas a la defensa de intereses meramente locales».

Así, no basta con hacerse con 500 firmas sino que estas deben de proceder de electos de al menos 30 departamentos diferentes autorizándose que un máximo de 50 apoyos lleguen de un mismo territorio.

Polémicas recurrentes

Así las cosas, los cerca de 42.000 electos, del cargo de alcalde hacia arriba, que tienen la potestad de avalar a un presidenciable tendrán hasta el 4 de marzo para enviar su apoyo «exclusivamente por vía postal», excepto en el caso de los «territorios de ultramar».

De acuerdo al manual del Constitucional los padrinos dispondrán de algo más de cinco semanas para completar un trámite siempre polémico. Más desde 2016, cuando se optó por que las firmas fueran de conocimiento público. La nueva fórmula, adoptada en nombre de la transparencia, perjudica a priori a los candidatos menos «ortodoxos».

El mensaje victimista que se oye cada vez que se activa este procedimiento de filtrado de candidaturas pasará muy previsiblemente en esta campaña de Le Pen a Zemmour. Máxime cuando este último quiere vender su proyecto retrógrado como una oferta iconoclasta para destacarse de la aspirante «normalizada» de la ultraderecha.

Sin embargo, una lectura crítica del sistema pasaría más bien por destacar sus efectos nocivos a la hora de asegurar la presencia de candidatos de todos los estratos sociales, ya que impone un corsé que aprieta más por la condición de clase.

El periodo de cabildeo para lograr avales va a coincidir, esta vez, con una iniciativa inédita. Precisamente desde este jueves y hasta el domingo esas 466.895 personas inscritas para participar en la llamada primaria pondrán nota a los aspirantes de la izquierda. Un sistema de aval popular que, con todas sus limitaciones –no logrará, como pretendía, designar una candidatura unitaria– introduce un elemento de interacción de la sociedad civil, más allá de las siglas.

A buen seguro incidirá en la narrativa de la izquierda, aunque cosa distinta es que vaya a alterar el guión oficial. Con todo, lo mejor será esperar a ese 7 de marzo, fecha en la que el Constitucional publicará la lista oficial de los aspirantes que han logrado los padrinos necesarios para bautizarse como candidatos a la Presidencia francesa.