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Biden negocia el gas de Qatar para sustituir al ruso en Europa

El presidente de EEUU, Joe Biden, recibió al emir de Qatar, con el que negocia el suministro de gas para sus aliados europeos al estimar que Moscú puede cerrar el grifo de sus entregas como respuesta a las sanciones occidentales. Además dio al país árabe un estatus preferencial como aliado militar y ató un gran contrato de la industria aeronáutica.


El presidente de EEUU, Joe Biden, recibió ayer al emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani un fuerte aliado de Washington, al que quiere convertir en proveedor del gas que Europa. La UE –que recibe el 41% de su suministro de gas de Rusia– puede ser la que acabe pagando las consecuencias de las fuertes sanciones con las que Washington amenaza a diario a Moscú, vinculadas al conflicto en torno a Ucrania

El emirato del Golfo es una de las alternativas que estudia Biden. Cuenta con enormes reservas y es el principal exportador mundial de gas natural licuado (GNL). Actualmente supone el 5,2% del suministro europeo.

Pero el emirato está al máximo de sus capacidades de producción y ya debe cumplir contratos firmados a largo plazo con países asiáticos.

Sin embargo Qatar dice estar dispuesto a redirigir suministros de estos contratos para desviarlos a Europa.

Biden anunció además que nombrará a Qatar «aliado principal no miembro de la OTAN», con privilegios económicos y militares, como la posible entrega de suministros militares excedentes y la organización de entrenamientos conjuntos.

Qatar, que alberga una gran base estadounidense y es un cliente importante de la industria aeronáutica y militar de EEUU, firmó además una compra de 34 versiones de carga del nuevo jumbo jet de Boeing, el 777X, con una opción para 16 aviones más, para Qatar Airways, la primera aerolínea en comprar este modelo con un contrato de más de 20.000 millones de dólares, que anunció además nuevas compras.

Un acuerdo con el que complace a Biden, que ha hecho de la creación de empleo, en particular industrial, una de sus grandes promesas.

En cuanto al problema del gas europeo, a pesar de que EEUU y sus aliados han mostrado unidad para movilizar tropas y amenazar con sanciones a Rusia, la unanimidad no es total y lo constata Alemania, principal cliente del gas ruso, con diferencias en el seno de su propio Gobierno.

El canciller Olaf Scholz se enfrenta a críticas a la cercanía de su partido socialdemócrata (SPD) con Rusia, con origen en la «Ostpolitik» de los años 70 permanece profundamente arraigada en el ADN socialdemócrata, e incluso nacional De hecho continuó, con ajustes, con Angela Merkel. A esto se suma un pacifismo fuertemente anclado en la opinión alemana.

Una reunión interna del partido intentó ayer aclarar su posición con respecto a Moscú. Scholz a veces promete severas sanciones y otras advierte de las consecuencias que podrían tener para Alemania, que compra el 55% de su gas a Rusia.

Kiev y los estados bálticos también han criticado su rechazo a enviar armas a Ucrania, frente al entusiasmo bélico de Washington o Londres.

Según “Der Spiegel”, en EEUU empieza a calar la sensación de que no se puede confiar en Berlín. El futuro del gasoducto germano-ruso Nord Stream II, ya construido a través del mar Báltico pero pendiente de autorización, cristaliza esta crisis. EEUU, opuesto a este proyecto, anuncia que no funcionará si Rusia interviene en Ucrania.

La ministra de Exteriores, Annalena Baerbock (Verdes), representa la otra cara, dispuesta a renunciar al gasoducto para presionar a Rusia.

Y el presidente de la Junta de accionistas de Nord Stream no es otro que el excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder.

Los occidentales no convencen en la ONU

El embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, negó ayer que su país tenga intención de invadir Ucrania, en su intervención ante el Consejo de Seguridad, y negó también que Rusia tenga desplegados 100.000 soldados en la cercanías de la frontera con el país vecino, achacándolo a «un engaño a la opinión pública». Acusó a EEUU de hipocresía por contar con 700 bases y 165.000 soldados desplegados en el mundo, 60.000 de ellos en suelo europeo, con un presupuesto militar doce veces mayor que el ruso. «Eso sí es una amenaza a la paz y la seguridad», recalcó. «Parece que están pidiendo la guerra y esperando a que ocurra», añadió. Mientras EEUU y sus aliados europeos insistieron en la amenaza rusa, el resto de países, americanos, asiáticos y africanos, evitaron ponerse del lado de EEUU y pidieron contención a las partes y «una apuesta por los medios pacíficos» o un «diálogo constructivo», pero se abstuvieron de criticar abiertamente a Rusia. China criticó la insistencia occidental en vaticinar una guerra GARA