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Ocho años de una guerra olvidada en la empobrecida Yemen

Cuando el mundo asiste sobrecogido a la guerra en Ucrania, Yemen cumple ocho años de conflicto bélico, provocado por la división interna del país, y alimentado por el intervencionismo exterior, saudí y emiratí, e iraní. La guerra ha dejado 3.80.000 muertos, la mayoría a causa del hambre, la falta de agua potable y las enfermedades.


Yemen, el país más empobrecido del mundo árabe, está hundido desde 2014 en una guerra que enfrenta al derrocado Gobierno, apoyado por las satrapías del Golfo, y a los rebeldes huthíes, avalados por Irán, y que controlan gran parte del norte del país, incluida la capital, Sana’a.

Los huthíes, irritados por el incumplimiento de la promesa de federalización del país realizada por el Ejecutivo que surgió tras el derrocamiento durante la primavera árabe yemení del autócrata Ali Abdallah Saleh, lanzaron una ofensiva en julio de 2014 desde su feudo de Saada, (norte)

El huthí es un movimiento de corte islamista del zaidismo, rama del chiísmo que profesa un 30% de la población yemení y que, aunque mayoritario en el norte, es minoritario en el conjunto del país.

Tras no dudar en aliarse con sectores del Ejército fieles a Saleh, entraron en setiembre en Sana’a. Después de conquistar la estratégica ciudad portuaria de Hodeida (oeste), progresaron hacia el centro del país.

En enero de 2015 se apoderaron del palacio presidencial y forzaron a huir a Aden (capital del sur del país) al presidente, Abd Rabbo Mansour Hadi, político sureño y en su día segundo de Ali Abdallah Saleh.

El 26 de marzo de 2015, una coalición militar suní, liderada por Arabia Saudí, lanzó una campaña de bombardeos para detener el avance huthí, con el apoyo logístico y de Inteligencia de Estados Unidos.

Hadi se refugió en Ryad y las fuerzas progubernamentales, con la cobertura aérea saudí, frenaron la ofensiva huthí hacia Aden, lanzando en 2018 una contraofensiva hacia Hodeida. La ONU logró un alto el fuego en torno al estratégico puerto, punto de entrada de la ayuda humanitaria para la exangüe población yemení.

Y es que la contraofensiva progubernamental se vio truncada cuando sus hasta entonces aliados, los sudistas, apoyados por los Emiratos Árabes Unidos, le abrieron un frente.

Desde 2019, los huthíes se sacudían la presión atacando intereses petroleros saudíes en el estratégico estrecho de Ormuz y lanzando misiles y drones contra objetivos en Arabia Saudí.

Después de varios meses de relativa calma en el frente de guerra, los huthíes retomaron en febrero de 2021 la ofensiva sobre Marib, ciudad estratégica en una región rica en petróleo y último reducto legalista en el norte.

Coincidiendo con ello, los Estados Unidos de Joe Biden retiraban a los huthíes de su lista de «terroristas», oficialmente para facilitar la entrada de ayuda humanitaria, pero realmente cansados de una guerra que nadie puede ganar.

Ya este año, los huthíes han incluido a los Emiratos Árabes Unidos en la lista de los objetivos de sus ataques tras la reconciliación entre fuerzas progubernamentales y sureñas, que recuperaron la provincia petrolera de Chabwaa.

La guerra ha dejado un saldo de al menos 380.000 muertos, la mayoría como consecuencia del hambre, la falta de agua potable y las enfermedades. 17,4 millones de personas sufren inseguridad alimentaria aguda y la cifra podría alcanzar pronto los 19 millones, sobre una población total de 29 millones de yemeníes.

Los huthíes se niegan a acudir a Arabia Saudí a negociar

Los rebeldes huthíes de Yemen, que estos días han incrementado sus ataques contra intereses saudíes, sobre todo contra la petrolera Aramco, aseguran estar dispuestos a participar en unas conversaciones de paz, pero «en un país neutral», ante el anuncio del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) de que les invitará a dialogar a partir de hoy en Arabia Saudí. Una fuente oficial huthí sin identificar citada por la agencia de noticias Saba, controlada por el movimiento chií, dijo el miércoles pasado que «dan la bienvenida a cualquier diálogo con los países de la coalición en cualquier nación neutral que no esté participando en la agresión contra Yemen, tanto si es del Consejo de Cooperación del Golfo como si no». Añadió que «es ilógico, injusto e inaceptable que un Estado que promociona la guerra y el injusto asedio al pueblo yemení convoque y organice el diálogo», e insistió en que «la prioridad» debe ser la cuestión humanitaria y «el levantamiento del bloqueo al que somete la coalición árabe al aeropuerto de Sana’a y al puerto de Al-Hodeida, bajo control huthí.GARA