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EDITORIALA

Corsica: ir a lo esencial y no negar la realidad


El presidente francés, Emmanuel Macron, ha decidido aplazar el inicio del diálogo con los representantes de Corsica tras las protestas y enfrentamientos generalizados tras la muerte de Yvan Colonna. El trágico final de una figura icónica del independentismo, las responsabilidades del Estado en su muerte y la saña con la que aplicaron la legislación penitenciaria han desatado una indignación en el pueblo corso que París haría bien en entender y atender. Macron se ha mostrado escandalizado con el presidente corso, Gilles Simeoni, porque asistió a las manifestaciones e hizo suyo el duelo de todo su pueblo. En esa atmósfera, sin apacigüamiento, declara que no hay condiciones para la palabra y suspende hasta nueva orden la negociación sobre la autonomía para Corsica.

Se equivoca. Ha hecho un cálculo mezquino, en plena campaña electoral. Azuza el sentimiento anticorso, los muestra como un pueblo violento por cultura, y se atrinchera en posturas ineptas que solo conducen a una pérdida dolorosa de tiempo. París no quiere entender, que el ideal que Colonna y otros defendieron a costa de sus vidas es el que impulsa Simeoni. No entiende los códigos y el espíritu de resistencia del pueblo corso. Que decenios de lucha contemporánea, en sus diferentes formas, han creado condiciones que no se pueden desatender. Negar la realidad y jugar a que las aspiraciones nacionales se diluyan por el paso del tiempo, es una vieja apuesta jacobina que ha demostrado su fracaso.

Hay que ir al trasfondo político. Corsica no puede dejarse en un punto muerto de bloqueo y de negación. Mejor haría París si atendiera las decisiones de la Asamblea de Corsica sobre la cooficialidad de la lengua, sobre la política de suelo y de ordenación territorial, la transferencia de la competencia tributaria, sobre la amnistía. Esa es la única vía para que casos como el de Colonna nunca más puedan repetirse. Para que el pueblo corso pueda soltar amarras, romper con el sistema arcaico y clientelista auspiciado por París, para construir una sociedad corsa emancipada.