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EDITORIALA

Normas y derechos deben regir el espacio digital


La aprobación por parte del Parlamento Europeo de una renovada legislación sobre mercados y servicios digitales constituye una buena noticia, cuyo alcance definirán los detalles y la implementación sobre el terreno de la norma. A nadie se le escapa que en un mundo en acelerada transformación tecnológica, donde el ámbito digital ha adquirido una dimensión pareja al analógico, las leyes y la propia administración han ido siempre un par de pasos por detrás de la realidad social y económica, y esto ha permitido que grandes compañías del sector hayan hecho un abuso de su situación preponderante, en detrimento no solo de empresas más pequeñas sino también de los derechos de clientes y usuarios.

Es por tanto un buen paso para recuperar el terreno perdido. Ocurre, sin embargo, que a la lentitud a la hora de atajar estas prácticas abusivas, se le ha unido hasta ahora una cierta laxitud, con medidas que han tenido más de desiderativo que de imperativo, donde se apelaba a la buena voluntad de las grandes compañías sin esgrimir argumentos coercitivos. Y parte de esa falta de contundencia se percibe también en algunos apartados de la nueva ley, algo que es nocivo, no solo porque los destinatarios han mostrado repetidamente su escaso ánimo de enmienda, sino porque quizá esta sea una de las últimas oportunidades de ponerles coto, dado el poder creciente, económico y político, que han amasado.

El grupo conocido como Gafam (Google, Apple, Facebook -ahora Meta- Amazon y Microsoft) es el principal exponente, pero no el único, de un conglomerado que mueve tal cantidad de dinero que es capaz de tratar de tú a tú no ya a casi cualquier estado o país, sino también a entidades supraestatales como la UE. Si la nueva ley no es capaz de cumplir su cometido, habrá que plantearse si, de hecho, son las instituciones europeas las que tienen o no fuerza suficiente para tratar de tú a tú a ese oligopolio. El comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ha dicho que habrá «un antes y un después» de la aprobación de la nueva ley. Más vale que así sea, si quieren seguir presentando a Europa como un espacio donde rigen normas y derechos, también en el ámbito digital.