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EDITORIALA

Las crisis exigen debates políticos y acción


Es tanto lo que hay que desmontar ante las múltiples crisis que marcan este tiempo -climática, energética, ecológica, etc.-, que solo lograr el diagnóstico adecuado ya supone una tarea titánica. El último informe del Ipbes sobre los valores de la naturaleza es una aportación descomunal en este sentido, y muchas de sus conclusiones no se circunscriben al área de la biodiversidad y los ecosistemas, sino que son trasladables al resto de crisis estructurales que vivimos.

Porque lo que señala este trabajo multidisciplinar que ha coordinado el científico vasco Unai Pascual es que el predominio de instituciones -en el sentido más amplio de la palabra- como el mercado en la toma de las grandes decisiones políticas y económicas hace que primen unos valores instrumentales, cortoplacistas y restrictivos, vinculados a la búsqueda del beneficio inmediato. Esto está detrás de la monumental crisis de la biodiversidad que afecta al planeta, señala el informe, pero no es difícil intuir que también explica, por ejemplo, la adicción sin remedio a los hidrocarburos fósiles, causante a su vez tanto de la crisis climática como de la energética.

De la mano de este diagnóstico que hace el Ipbes llega también parte de la receta para cambiar las cosas, al apuntar que lo crucial es ir a cambiar ese proceso de toma de decisiones. Es ahí donde hay que incidir si de verdad se apuesta por una transformación sin la cual, a estas alturas, no se intuye salida posible. En este sentido, lo que el informe viene a decir es que esto no es un debate científico-técnico. Esa fase ya acabó, hay evidencias sobradas de que el precipicio hacia el que camina la humanidad existe, lo que toca ahora es dar el debate y la batalla política para cambiar el rumbo.

Reformular conceptos

Una cuestión no menor en este debate es la reformulación de conceptos que, a menudo inconscientemente, limitan y restringen las posibilidades de cambio, poniendo coto a aquello que puede ser pensado. Si hablamos de crecimiento económico, de progreso y de desarrollo, el imaginario que acostumbra a activarse está estrechamente vinculado a los valores mercantilistas ligados al PIB como medida única de las cosas. Pero el bienestar de una comunidad depende de muchos otros valores e indicadores. El Producto Interior Bruto, que solo mide y contempla aquello que tiene precio, tiene que ser superado.

Son, por tanto, conceptos importantes que necesitan ser resignificados. Restablecer prioridades y aclarar qué entendemos por desarrollo y progreso en tiempos de crisis múltiples y de escasez de materias primas resulta urgente. Son, además, debates que se pueden dar desde ahora, también en Euskal Herria, donde existe un amplio bagaje de procesos deliberativos de toma de decisiones a nivel municipal. Es hora de elevar estas experiencias a otros estamentos.

Peligros y oportunidades

En este sentido, la entrevista que hoy se publica en estas páginas con el propio Pascual da algunas pistas sobre ese camino hacia la transformación, jalonado de trampas retardistas. Pensar en una revolución que vaya a dar la vuelta a las cosas como a un calcetín es, al menos de momento, una quimera; por eso es crucial que las reformas que se emprendan, por discretas que sean, vayan bien encaminadas. De lo contrario, apenas serán un maquillaje que impida cualquier cambio de fondo. Las comunidades energéticas que se están creando en municipios de la CAV pueden ser un ejemplo de las primeras; la apuesta incierta por el hidrógeno de la mano de Petronor corre el riesgo de encuadrarse en las segundas. Ambas reciben el impulso de Lakua, pero las 13 comunidades energéticas suman 28 millones de euros de inversión, mientras que solo dos pequeños proyectos piloto relacionados con el hidrógeno verde se llevan 84 millones.

Las comunidades energéticas, que también existen en Nafarroa e Ipar Euskal Herria, son además ejemplos, como tantos otros, de que no hay lugar para el derrotismo. La situación es cruda, catastrófica en ciertos aspectos, pero los jinetes del apocalipsis nunca fueron aliados de las grandes transformaciones. Se pueden hacer muchas cosas, y además, urge hacerlas.