17 SEPT. 2022 AZKEN PUNTUA Hemingway y los mundos rusos Amparo LASHERAS Periodista Durante las primeras semanas de la guerra entre Ucrania y Rusia, uno de los objetivos de los batallones mediáticos a favor de Zelenski fue crear en la opinión pública una emoción antirrusa que abarcaba todos los aspectos de la vida. Pero es en el terreno cultural donde se han cometido disparates incomprensibles y hasta absurdos. El más peligroso, por sus tintes neonazis, fue la decisión de las autoridades ucranianas de retirar 100 millones de libros rusos de sus bibliotecas. A modo de anécdota les contaré que este verano, leyendo la nueva publicación de los primeros cuentos de Ernest Hemingway, editados por primera vez en 1925, cuando el escritor residía en París, he vuelto a leer su novela “París era una fiesta”. En el capítulo que el autor dedica a la célebre librería Shakespeare, narra como entre las «riquezas» literarias del establecimiento descubrió una estantería que atesoraba solo literatura rusa. Fascinado con el hallazgo, Hemingway comenzó leyendo a Ivan Turguéniev, continuó con “Guerra y Paz” de Tolstói, con Dostoievski, los cuentos de Chéjov… así hasta que leyó todas las obras y autores rusos que hasta entonces se habían traducido al inglés. «Siempre estaban los libros -escribió- y de noche podíamos vivir en el otro mundo maravilloso que los escritores rusos nos regalaban».