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EDITORIALA

Recursos hay, falta un programa político propio


La habitual reunión de octubre del Consejo Vasco de Finanzas dejó ayer algunos datos sobre el estado de las finanzas públicas. En primer lugar, destaca que este año se prevé recaudar 1.140 millones más con respecto al cierre de 2021, esto es, un crecimiento de un 7,2%, muy por encima de las previsiones y cercano al aumento de la inflación. Una cantidad nada desdeñable, teniendo en cuenta que se han tomado algunas medidas para paliar el alza del coste de la vida, como la rebaja de ciertos impuestos y la deflactación de la tarifa del IRPF, que reducen la recaudación. En este sentido las instituciones cuentan con recursos extra para afrontar la más que previsible recesión que se avecina.

En segundo lugar, sobresale el crecimiento del IVA, que es responsable de casi dos terceras partes de esa subida de la recaudación. Al ser un impuesto que se aplica al precio final no hace sino amplificar la subida de precios. Un incremento especialmente lesivo para las familias con menos recursos, que gracias a él pagan más impuestos que antes, incluso si no alcanzan el mínimo para declarar el IRPF. El carácter regresivo de este tributo se multiplica en situaciones como la actual, de alta inflación. La rebaja de los tipos del IVA debería estar en el centro del debate político, por mucho que la Unión Europea no quiera que se toque. En cualquier caso, la falta de capacidad para regular el IVA no debería ser óbice para que no se reclame a Madrid la competencia para que las haciendas forales puedan al menos fijar tipos propios en Euskal Herria.

En tercer lugar, destaca que, aunque las reglas fiscales están en suspenso en la UE, las instituciones vascas siguen acordando con Madrid los objetivos de estabilidad presupuestaria, básicamente el límite de déficit. Sin embargo, el punto de partida del presupuesto público debería ser, no un criterio financiero como el déficit, sino algún criterio socioecónomico como el desempleo o la pobreza, más ahora, con una recesión en ciernes. Lograr que el pleno empleo sea el objetivo significa librarse de las cadenas políticas y mentales que impiden a las instituciones vascas actuar como entes soberanos en favor de la gente corriente.