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CRÍTICA: «ASOMBROSA ELISA»

Entre lo original y el disparate


Ya en su primera película, “Black Hollow Cage”, su director dejó claro su interés por el riesgo y la experimentación dentro de los géneros. Sadrac González-Perellón se desenvuelve en esos territorios en los que lo reconocible comienza a revelarse como algo extraño y confuso y, partiendo de una historia más o menos convencional, termina por dar forma a algo tendente a ser original.

Su vocación por el cine de masas o que sea reclamo fácil en taquilla es tan solo la fachada tras la cual se esconde una especie de subversión en torno a lo que comúnmente se considera como algo comercial. En esta oportunidad, las reflexiones que inspira “Asombrosa Elisa” van ligadas a unos modelos fílmicos en los que impera el riesgo mínimo y los dividendos urgentes.

La protagonista es una niña de 12 años que se empleará a fondo en convencer a su padre de que posee los superpoderes de su heroína de comic favorita y que, con ellos, podrán vengarse de quien provocó el fatal accidente que costó la vida a su madre.

Con estos mimbres, el director Sadrac González-Perellón compone una historia de reminiscencias comiqueras y que desarrolla con desigual fortuna varios conceptos en torno al imaginario de los superhéroes y el drama familiar. Todo ello envuelto en un discurso un tanto rocambolesco y poco definido.

Está claro que la película desconcierta en muchas ocasiones y que, en otras, se nos descubre como un soberano disparate porque, a pesar de ese difícil equilibrio que parece realizar Sadrac González-Perellón sobre un proyecto que pretende ser más complejo de lo que aparenta, todo resulta demasiado encorsetado, desdibujado y trillado.