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EDITORIALA

Una cumbre para la alianza con los pobres del mundo


La Cumbre del Clima COP27 comenzó el domingo en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij. Durante quince días las delegaciones que representan a países y organismos internacionales tratarán de alcanzar algún compromiso sobre el epígrafe que en lenguaje de Naciones Unidas se denomina «pérdidas y daños», es decir, sobre las indemnizaciones a los países que sufren los efectos del cambio climático sin haber contribuido al mismo. Un asunto espinoso que lleva años quedando fuera de los debates debido al veto que imponían los países más ricos, encabezados por EEUU.

El ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Sukri, consideró que la introducción de este punto en el orden del día se hizo por «responsabilidad», con la voluntad de preservar «la credibilidad y relevancia del proceso climático». Una forma diplomática de señalar que la mayoría de países del mundo está perdiendo la confianza en este tipo de cumbres. Han demostrado de manera fehaciente que de poco sirven para avanzar en la lucha contra la emergencia climática y, todavía menos, para compensar a aquellos países que en mayor medida padecen sus consecuencias. Y razones no faltan. Algunos participantes recordaron que ya en 2009 se anunció un plan de 100.000 millones de dólares anuales que pagarían los países ricos para compensar las secuelas de los desastres climáticos y que jamás se llevó a la práctica. Los pueblos indígenas, por su parte, denunciaron que apenas reciben directamente el 7% de la financiación; el resto sirve fundamentalmente para alimentar «sistemas burocráticos establecidos hace tiempo». Con esa visión paternalista, la Fundación Gates aprovechó el evento para reivindicar su aportación con proyectos y programas de capacitación técnica a 23 países de África.

Existe una inclinación a presentar la emergencia climática como una cuestión más o menos técnica a la que contribuyen discursos y actuaciones de fundaciones y organismos internacionales. Los primeros pasos de la COP27 en Egipto han puesto de manifiesto que la emergencia climática es un asunto eminentemente político en el que es imprescindible aunar fuerzas con los humildes y desamparados del mundo.