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La vuelta 1.000 de las Madres de Plaza de Mayo fue en Iruña


El 11 de agosto, jueves, las Madres de la Plaza de Mayo dieron su vuelta 1.000 a la plaza. Lo que os voy a contar es una imagen que se me quedó grabada en la retina y que seguirá conmigo mientras viva junto con la grandeza y claridad de esas mujeres encabezadas por Hebe de Bonafini.

Ellas estaban de visita en Iruña. Corría el año 1997. Corrían tiempos de represión contra los hijos, la juventud de Euskal Herria. En aquellos tiempos detuvieron y torturaron a cientos de ellos en Iruña. Eran tiempos de pelea en la calle y de reacciones represivas al más alto nivel para cortar las alas al futuro de nuestro país, la juventud revolucionaria.

Hebe de Bonafini vino a solidarizarse con ellos y con sus padres. Como hijos e hijas propias, como ella decía, porque suya es toda la juventud que peleó y pelea contra las injusticias allá donde se den. Sus hijos en Argentina, torturados y desaparecidos, y en los hijos de Euskal Herria ella reconocía el mismo carácter que llevó a los suyos a enfrentarse al sistema y a la dictadura.

Voy a contar dos anécdotas de esa visita que se dieron en el mismo día y que quedaron grabadas en mi corazón para toda la vida.

Vinieron a entrevistarse con el Parlamento de Navarra y a entregar un escrito ante la Delegación del Gobierno. En el Parlamento se entrevistaron con los representantes políticos de entonces, y saludó a todos ellos con un beso excepto al representante del PP-UPN, a quien le dio la mano, negándole el beso, en actitud militante, quedando este señor cortado ante el desplante de Hebe. Luego ella, cuando nos lo contó, nos dijo: «¡Cómo iba yo a dar un beso a un heredero del fascismo de este país!».

Esto nos lo contaban ellas mientras comíamos un menú del día en un céntrico restaurante del Casco Viejo de Iruña. Varios internacionalistas tuvimos la suerte y el honor de recibirlas y acompañarlas en «sus trámites» por Iruña.

Y cuando recién estábamos comiendo el primer plato, (cerca de las tres de la tarde), ellas se levantan, se ponen el pañuelo en la cabeza, cogen el bolso y nos sueltan: «Bueno, ustedes sigan comiendo queridos, nosotras vamos a marchar». «Como que a marchar?». «Si, las abuelas todos los jueves a las 3 marchan, estén donde estén».

Allí nos veis con cara de emoticono de sorpresa, con los platos en la mesa, y saliendo corriendo detrás de ellas mientras llamábamos por teléfono a más gente para que vinieran a acompañarlas.

Allí las veis, a las tres abuelas de la Plaza de Mayo, con sus setenta años, su pañuelo blanco, seguidas de diez personas más, por mitad de la avenida Carlos III (en aquel momento no era peatonal todavía), la villavesa detrás, coches detrás, al paso de las madres, silencio absoluto, nadie tocaba el claxon, respeto y estupefacción de los guardias civiles que estaban frente al Gobierno Civil cuando las ven llegar, seguidas ya por treinta personas, detrás de una pancarta. Padres, madres de presos, que habían dejado todo para salir corriendo de casa a acompañar en su marcha a Hebe y sus compañeras, a entregar en el Gobierno Civil su protesta por el maltrato y la represión a nuestra juventud.

Desde Euskal Herria, el reconocimiento más sincero a estas luchadoras sin tiempo ni fronteras.