GARA Euskal Herriko egunkaria
«EUGÉNIE GRANDET»

El capitalismo patriarcal de ayer y de hoy


Ayuda el que Marc Dugain sea novelista además de cineasta para reescribir el clásico de Balzac, sin traicionar la esencia del texto y haciendo a la vez una lectura actualizadora, sobre todo en la comprensión más abierta del papel histórico jugado por la mujer. A tal fin el adaptador establece un paralelismo entre la época de la Restauración Monárquica en que transcurre el original y el capitalismo patriarcal de nuestros días, como si aquellos polvos hubieran traído estos lodos. Y en medio de ese contexto de principios del siglo XIX tan bien enmarcado hay algo muy reconocible para el espectador contemporáneo, que es la egoista y avariciosa naturaleza humana. ¿Quién no conoce en su pueblo a alguien como Felix Grandet? Un miserable tipo provinciano, que amasa una fortuna a espaldas de su esposa y de su hija, a las que mantiene con lo mínimo e imprescindible para subsistir.

Con semejante padre, interpretado magistralmente por Olivier Gourmet, a la heroína del relato no le queda otro remedio que buscar el refugio en la conexión con la naturaleza para desarrollar una libertad íntima mediante la cual superar una existencia predeterminada. Hay una rebelión silenciosa en el semblante sereno que muestra a cámara la actriz Joséphine Japy, quien acaba por no poder confiar en los hombres de su mundo, cuando descubre que un prometido no le va salvar de la tiranía paterna. El ser casamantera en su tiempo suponía una doble condena, al tener que elegir entre el progenitor controlador y el amante interesado. Tampoco había entonces un consuelo de tipo espiritual, tal como ilustra la escena de la confesión, ya que el mensaje que recibe una Eugénie deseosa de amar es el de la resignación cristiana. La de un dios que quiere a sus criaturas, pero que condena a las mujeres a obedecer y depender de los hombres. Por supuesto que Eugénie no lo comparte y lo cuestiona vivamente.