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CRÍTICA «TODOS LO HACEN»

Este muerto está muy vivo


Si nos fijamos en el anterior y primer largometraje de Martín Cuervo “Con quien viajas” (2021), correcto sin más como ópera prima, ocurre que su siguiente y segunda realización no presenta ninguna mejoría, lo que puede significar o un estancamiento o que en su carrera profesional no tiene otra pretensión que la de hacer comedias ligeras del montón. Como todavía no existe un medidor de la risa, es difícil saber si consigue el objetivo de hacer reír al público, y desde luego “Todos lo hacen” (2022) no predispone a la carcajada, tal vez a algún que otro momento gracioso, según ya el sentido del humor de cada cual. Es una comedia negra vista y requetevista, sin sorpresas, y con un desenlace poco resolutivo, que a falta de inventiva quiere ser una broma.

Aunque suene muy manido, da la sensación de que quienes mejor se lo han pasado son las actrices y actores del reparto, que para meterse en situación pernoctaron en el hotel en que transcurre esta típica teatralización de la intriga criminal con cadáver recalcitrante. Un falso “whodonit”, que se apunta a la moda de Agatha Christie, aprovechando las ventajas del rodaje en un único escenario y con pocos personajes. Tres parejas sospechosas, más una viuda, que vuelven al lugar donde celebraron su boda cuatro años después, atendiendo a la invitación del dueño del negocio, que en realidad quiere chantajearles por haber pagado en negro la factura del convite, para así saldar la deuda que Hacienda le reclama. Cuando aparezca muerto comenzarán las investigaciones por parte de dos guardas forestales (madre e hijo). El nivel interpretativo coral es el de cualquier sitcom televisiva, con un cameo del propio director en el papel de forense, que es de lo más divertido junto con la presencia siempre chistosa de Julián López, aquí como un acomplejado segurata.