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Especies en extinción


Las carteleras de los cines están dominadas por las superproducciones norteamericanas, poco hueco le queda al cine europeo, al del cono sur o al independiente. ¿Qué diremos del que se produce en una lengua minorizada como la nuestra? La forma de contar se uniformiza mediante secuelas, adaptaciones y, poco cambia, a medida que los grandes estudios vuelven a hacerse con la taquilla y con nuestro tiempo. Las salas se van recuperando mediante el colapso de copias, quienes más tienen siguen ganando, ellos son los que nos cuentan las historias y nosotros vamos a verlas. La imaginación va quedando de lado mientras vence el poder de la repetición, el encuadre se cierra para no dejarnos ver más allá. Poco puede hacerse ante el poder del marketing de las adineradas corporaciones, ni siquiera en la era de las redes sociales. Cada vez es más difícil distribuir películas que no entran en la estructura de los relatos prefabricados. Lamentablemente las películas se diseñan para encajar en el sistema de distribución y las que no, sobreviven a duras penas.

Michael Snow ha muerto, fue uno de esos locos cineastas y artistas multifacéticos que guiaba sus trabajos mediante la búsqueda de otros modos de mirar. Quizá películas como “La Région centrale” (1971), un largometraje que fue grabado desde lo alto de una montaña y quería emular la visión que tendría una nave alienígena del mundo, sean ya especies en extinción.