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Filtro


Olivier Véran lanzó el pasado viernes una declaración que no ha tenido en prensa todo el reflejo que se merece: «Tenemos que pensar en los problemas de los franceses poniéndonos en el lugar de los franceses». La frase, parida como eslogan con filtros de neones, es en realidad una oda a la indecencia, porque, más allá de dejar claro que él y los suyos no son franceses corrientes de esos a los que les cuesta llegar a fin de mes, encierra un segundo mensaje, el de que pareciera que hasta ahora los miembros de gobierno no se han puesto nunca en lugar de los ciudadanos de a pie. Que en realidad es una obviedad, pero dicho por un portavoz, pues tiene lo suyo. Lo cierto es que si ya es extremadamente difícil ponerse en la piel del prójimo, mucho más aún es buscar soluciones a problemas ajenos. Y si no, que se lo pregunten al propio Macron, entrevistado en una emisión de la televisión pública en la que medio centenar de periodistas no profesionales y aquejados por algún tipo de trastorno autista bombardean a los invitados con preguntas sin tamiz alguno. La que pareció más inocente, «¿cómo mejorará usted la vida de los autistas?}, resultó la más aguda. Porque, ahí, Macron no pudo parafrasear su propio eslogan de neones lanzando un «poniéndonos en lugar de los autistas». Quedó retratado sin filtro.