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CRÍTICA: «TÁR»

A Cate Blanchett no se le puede escapar el Óscar


A“Tár” (2022) le vienen muy bien las seis nominaciones a los Óscar, porque no es una película fácil o comercial. Todd Field opta a tres categorías, a la de Mejor Película como productor, y a las de Mejor Guion Original y Mejor Dirección. Luego está la fotografía de Florian Hoffmeister y el montaje de Monika Willi. Por último, ya como máxima favorita a la estatuilla de Mejor Actriz, tenemos a una Cate Blanchett que se ha llevado de momento el Globo de Oro y la Copa Volpi en la Mostra de Venecia. Todd Field, que empezó su carrera como actor y también es músico, escribió esta película melómana para ella. Y la Blanchett no le ha fallado porque, además de exhibir su talento dramático, se ha preparado a conciencia para el papel con las clases destinadas a mejorar sus nociones de piano, todo un máster en dirección de orquesta y la práctica del alemán, por no hablar de un curso en erudición de música clásica.

De alguna manera, se puede decir que Cate Blanchett ayuda al público no entendido en la materia, que tal vez ni conozca la Quinta de Mahler, a no perderse dentro del nivel de exigencia de la película. De entrada comienza con una entrevista que le hace a la tal Lidya Tár, directora de la Filarmónica de Berlín, el periodista Adam Gopnik, y que sirve como introducción al mundo orquestal.

Pero es que el tratamiento cinematográfico también resulta complejo, porque es como si se aplicara la técnica narrativa del thriller psicológico a lo Hitchcock a un debate sobre la sociedad contemporánea del éxito. Una filigrana que, a través de la ambigüedad del personaje central, conlleva una sesuda reflexión sobre la diferenciación entre el artista y su obra.

Con mención incluida al caso Plácido Domingo, se barajan la diversidad de puntos de vista abiertos por el movimiento #MeToo en cuanto a las relaciones de poder que se establecen en los ambientes artísticos, que se suponen más liberales.