GARA Euskal Herriko egunkaria

Adiós Saura, hasta siempre


Recibió el Goya de honor con antelación, porque Carlos Saura estaba enfermo a sus 91 años. El creador de “La caza” murió dejando proyectos por hacer, algunos de ellos no acababan de encontrar encaje en una industria que se describe así misma por su preocupación por facturar en la órbita de las plataformas multinacionales, por producir sin descanso y sin necesidad y por promocionar el consumo sin sentido. ¿Y qué podemos decir de una sociedad a la que se nos acaba, como si de la paciencia se tratase, la comprensión lectora y que tiene los mínimos de autoexigencia por los suelos? La “hecatombe” llega con el aviso de una plataforma: ‘el compartir se va a acabar’. Preferimos llorar entonces la pérdida de un catálogo inabarcable -en el que es difícil encontrar joyas- que buscarlas al mismo precio en salas y otros lugares dónde habita el cine. Si un proyecto que llega avalado por un creador que fue autor de tantas maravillas es denostado, debemos revisar urgentemente nuestro modelo cultural, básicamente porque nos lleva hacia atrás mediante una vuelta a lo rancio con apariencia de modernidad. Las ausencias de creadores como Saura son dolorosas per se, porque había amor compartido cada vez que realizó una entrega de tiempo personal con forma de obra de arte. Pero, lo que realmente duele es la pérdida del avance al que se había llegado. Esto es lo que representan los y las Sauras del mundo que van desapareciendo.