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THE QUIET GIRL

Atrincherada en los silencios


Ambientada a comienzos de los 80, “The Quiet Girl” concentra su fuerza e interés en el eprsonaje encarnado por Catherine Clinch, una niña que se atrincheró en el silencio para hacer frente al ninguneo que padece en su casa familiar y el rechazo que provoca entre sus compañeras de colegio. A través de un ritmo muy pausado, acorde a las inquietudes de su joven protagonista, la cámara de Colm Bairéad capta con precisión la gris existencia de su protagonista.

Una ventana abierta

Siempre a distancia prudente, la cámara guía al espectador a través de una ruta vital que podría derivar al mayor de los desastres de no ser por el inesperado giro que dará la vida de la pequeña Cáit cuando le comuniquen que debe trasladarse temporalmente a casa de unos parientes, un nuevo escenario que se asemeja a una ventana abierta para la protagonista, ya que topará con un nuevo y cálido trato que le hará esbozar una tímida sonrisa.

No obstante, tras esta afable fachada se remueve un misterio. Con esta premisa, Bairéad ha evitado en todo momento el trazo grueso de la sensiblería y ha creado un filme sutil y emotivo que revela la fuerza telúrica que podemos encontrarnos en la carencia de palabras, en los gestos y el silencio que nos revelan los temores y anhelos que puede albergar una persona. Esta producción irlandesa incide en la importancia de los pequeños actos cotidianos que, en este caso, otorgan un plus de libertad a un personaje necesitado de afecto y empatía. Más allá de las penumbras que parecen asomarse en cada uno de los tramos que debe afrontar la niña, la película nos deja entrever que su capacidad de resistencia y fuerza interior propiciará que salga adelante, una y otra vez.