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CREED III

La novena entrega de la saga Rocky


El boxeo ya no es lo que era, y en los canales galácticos dedicados a las artes marciales ocupa una mínima franja horaria, desplazado por las disciplinas de lucha orientales. A pesar de ello, el género cinematográfico del drama boxístico resiste en pie, mientras la saga “Rocky” y sus derivados sigan existiendo. Recuerda al pugil noqueado que, tras recibir un duro castigo desde el primer asalto, a la altura del noveno se agarra ya al rival, a las cuerdas, y a lo que haga falta con tal de no acabar besando la lona. Han pasado casi cinco décadas, exactamente 47 años, desde que Sylvester Stallone triunfara en los Óscar con la película de Rocky Balboa. Le siguieron cinco entregas más, y como el actor ya se había hecho demasiado mayor para ponerse de nuevo los guantes, nació un spin-off o derivado. Con el actor afroamericano Michael B. Jordan como protagonista, Ryan Coogler creó “Creed” (2015), con la historia del hijo de Apollo Creed, el mejor de los contricantes que tuvo nunca Rocky. Adonis Creed, con un nombre del olimpo griego a la altura paterna, representaba a una nueva generación pugilística totalmente desconectada de la anterior, habida cuenta de que nunca llegó a conocer a su padre, fallecido antes de que pudiera enseñarles sus golpes. En “Creed II” (2018) hubo cambio de director, pero Stallone hizo una aparición nostálgica para confirmar su total e incondicional respaldo al ahora estelar Michael B. Jordan.

“Creed III” (2023) presenta un estilo visual renovado, el que ha querido imprimirle el propio Michael B. Jordan, que debuta en la dirección. Utiliza la cámara subjetiva para meterse en la cabeza de los boxeadores, con sus pensamientos adelantándose a lo que va a suceder, al movimiento o a la táctica que preparan. Para buscar un rival de peso no ha tenido reparo en coger al actor afroamericano más en forma, un Jonathan Majors que encarna al expresidiario y temible Damian Anderson.