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JOHN WICK 4

Un pim, pam, pum... pero con mucho estilo


Chad Stahelski y David Leitch -firmante de una de las cumbres del cine de acción actual, ‘‘Atomic Blonde’’ (2017), gracias a la apabullante secuencia de la escalera que filmó con Charlize Theron- pertenecen a una nueva hornada de cineastas ya consolidados que se curtieron en la Industria ejerciendo de dobles y diseñando y orquestando coreografías de acción para otros directores. En su nuevo status como directores, ambos se esfuerzan en hacer posible los inverosímiles saltos y festivales pirotécnicos mediante un tratamiento único.

En el caso de Stahelski, se puede decir que su sello en la saga “John Wick” se traduce en un rotundo encadenado de secuencias de gran impacto, que logran su cometido de transformar una pantalla de cine en un espectáculo de luces y fuego cruzado.

Sin tregua

Siendo fiel al más difícil todavía, Stahelski, en su asociación con Keanu Reeves, consigue que su cargador se mantenga lleno de sorpresas en clave de peleas y tiroteos sin cuartel que cuentan con el añadido de la elegancia en su ejecución. Es tal su fuerza visual, que todo lo que acontece ante nuestros atónitos ojos nos refuerza la idea de que estamos contemplando una obra inusual, tal vez única y sorprendente, sin miedo a la reiteración y esforzada en su intento por sacudirnos en la butaca con gran solemnidad. A todo lo antes citado se le suma un argumento que refuerza su peculiar y rica galería de personajes, su desvergüenza comiquera y su saludable frenesí.

La cuarta entrega del letal asesino a sueldo jamás defrauda, todo lo contrario, coloca un punto más alto la altura de un listón que no deja de sorprendernos y seducirnos.