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NOVEMBRE

Crónica policial de una paranoia colectiva


Salvo la testigo o informante interpretada por la actriz de origen argelino Lyna Khoudri, el resto de personajes con nombre y una identificación se mueven en el lado de la ley. Y ella, pese a su colaboración con la policía, no deja de ser sospechosa, al igual que el resto de la población árabe inmigrante. Quiere esto decir que el enemigo es la comunidad musulmana en su conjunto, ya que la amenaza es presentada desde el anonimato del que ataca, sin que quede clara su filiación. En el saco del llamado “terrorismo islámico” cabe todo, porque “Novembre” (2022) participa de la paranoia colectiva que provocan los atentados, vista desde la urgencia policial por encontrar culpables. Algo en lo que sustancialmente no difiere de otras películas donde el protagonismo correspondía a víctimas y supervivientes de aquel 13-N del 2015, en el cual la población parisina fue agredida mortalmente de forma ciega e indiscriminada.

Por lo tanto Cédric Jimenez se limita a dar por seguros los mismos argumentos esgrimidos por otros autores con una intención más social o política, cuando no deja de ser un cineasta de acción que plantea su película como un simple policiaco, ya que si se le quita el trasfondo histórico no difiere de sus otros thrillers criminales. La diferencia consiste en que en “Novembre” (2022) las fuerzas policiales están sometidas a una presión mayor, y así la figura de mando representada por Sandrine Kiberlain es la que hace las veces de enlace con las altas jerarquías, mientras que el comisario incorporado por Jean Dujardin es un agente situado en la línea de fuego. No se le puede negar a Jimenez su dinamismo narrativo y su saber imponer un ritmo frenético a las escenas que contienen tensión, pero el caos de la calle se traslada a esa comisaría en la que los teléfonos no dejan de sonar, transmitiendo un estado de histeria al público.