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PATTI Y LA FURIA DE POSEIDÓN

Animación hecha a partir del peplum


Dentro del peplum orientado hacia la mitología griega hay dos películas de culto, que son ‘‘Jason y los argonautas’’ (1963) y ‘‘Furia de titanes’’ (1981), ambas con la impronta creativa del maestro de los efectos especiales Ray Harryhausen. Aquella magia artesanal de los trucos ópticos se ha perdido y la animación actual, por mucho que se inspire en sus diseños, no capta su carga imaginativa. Más aún en una producción enfocada al público menor y que está viendo cumplido su objetivo comercial, ya que ‘‘Pattie et la colère de Poséidon’’ (2022) lleva recaudados más de doce millones de euros. Esto se consigue una vez más mediante el protagonismo de las consabidas mascotas animales, que actúan como elementos cómicos con cualidades como el habla, a fin de que interactúen con el resto de personajes humanos y las deidades del Olimpo de aspecto también antropomórfico.

La Pattie del título es una ratoncita, adoptada por el gato Sam, a quienes se une en sus aventuras una gaviota con garfio en vez de pata al estilo corsario. Su odisea consistirá en hacerse con un valioso tridente en la isla de Trinactos para completar la estatua que ha de erigirse en honor a Poseidón, el dios del mar, que está celoso porque en la localidad costera de Yolcos, en la Antigua Grecia, han levantado una dedicada a su hermano Zeus. Concede una semana para que en el lugar terminen el trabajo escultórico, y de lo contrario arrasará el puerto con un maremoto.

La acción se sitúa ochenta años después de que Jason regresara en la nave Argos con Vellocino de Oro, por lo que los viejos argonautas, ya esqueléticos y avejentados, necesitan de ayuda para salvar la ciudad de la ira de los dioses. Pattie es una admiradora de las hazañas de Jason y trata de imitarlas. Tendrá que enfrentarse a todas las criaturas monstruosas de la mitología, a los cíclopes, las hidras o el Kraken en una lucha desigual.