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GELDITASUNA EKAITZEAN

La gente de la lluvia


No hace falta creer en la reencarnación para darse cuenta de que la vida es un constante recomenzar, por eso en muchos jóvenes cineastas de hoy veo el reflejo de los que empezaban ayer, en los años 60. A finales de aquella década Francis Ford Coppola ganaba la Concha de Oro en Donostia con “The Rain People” (1969), que se distribuyó en su versión doblada como “Llueve sobre mi corazón”. La lluvia y Donostia son algo inseparable, y no es casual que el día del pase de prensa previo al estreno de “Gelditasuna ekaitzean” (2022) lloviese a mares. ¿Qué hay más metagenérico que ver una película sobre una Donostia lluviosa en esa misma ciudad y un día de aguaceros? Me sentí atrapado dentro de un juego de espejos, en el que la realidad y la ficción se habían confabulado. Pero la diferencia entre el agua que cae del cielo y la que sale de una manguera durante un rodaje cinematográfico es su poderosa carga simbólica, relacionada siempre con el deseo.

Toda la ópera prima del donostiarra Alberto Gastesi es un precioso y preciso estudio sobre la naturaleza volitiva de las personas y la medida en que sus existencias se convierten en una fuente de deseos incumplidos. El debutante posee una maestría instintiva, con la que aporta su propia visión madurada de treintañero al subgénero romántico del “breve encuentro”, para plasmar en la pantalla “lo que pudo ser y no fue”. Dicho de otro modo, la historia de amor que presenta se realimenta en sí misma a través de un cálculo de probabilidades puramente sentimental.

Todo sucede a medio camino entre la fagilidad de la memoria y la imaginación correctora, a fin de reasignar los roles respectivos en una relación de pareja que no prosperó. No hay posible día de la marmota enamorada, porque la juventud, ni siquiera la lluvia que cayó siete años atrás van a volver. Todo evoluciona y todo cambia, en el viejo París y en la moderna Donostia.