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EDITORIALA

Ni centralidad ni estabilidad; prebendas y orden


Dos son las percepciones que dejó el día de ayer con la constitución de los ayuntamientos. Ambas tienen que ver con la importante victoria que logró EH Bildu el 28M. Por un lado, esos resultados auparon ayer a muchos de sus candidatos y candidatas a decenas de alcaldías, en algunos casos a través de acuerdos con candidaturas locales y progresistas. Eso transmitió una ilusión irrefrenable en pueblos como Laudio, Tolosa, Galdakao o Berriozar.

Por otro lado, ese auge del soberanismo de izquierdas ha generado una reacción en la que PNV y PSE-PSN, junto a UPN y PP, se han conjurado para limitar su expansión institucional. El objetivo evidente de esta segunda maniobra es contrarrestar la sensación y el potencial que dejaron esos resultados. Además de mermar el poder de los adversarios, seguramente así evitan que salgan a la luz formas poco decentes de administrar lo público. El «amiguismo» que detectó -en balde- el proceso Entzunez Eraiki.

Las fuerzas del establishment vasco, que lograron unos resultados bastante pobres en las elecciones, han hecho todo lo que estaba en su mano para evitar que Rocío Vitero o Joseba Asiron se convirtiesen en primeros ediles de Gasteiz o Iruñea. Eso les ha forzado a pactar beneficios cruzados, como ocurrió en Bastida, donde el PNV, contra sus bases, ha cedido la makila al PP. O en Durango, donde la nueva alcaldesa, Mireia Elkoroiribe, ni siquiera se sonrojó al ir directa a abrazarse con el edil del PP, Carlos García, cuyo «gesto patriótico» evitó que Ima Garrastatxu consolide su proyecto, el que claramente votó su pueblo.

En Nafarroa, el PSN le ha dado un oxígeno vital a UPN. Sin ir más lejos, en Iruñea Elma Saiz ejerció de Maite Esporrín, vetó al mismo EH Bildu con el que ha negociado una y otra vez los presupuestos forales, y regaló la alcaldía a Cristina Ibarrola. Antes o después, el PSN pagará caro este favor a la derecha.

FRUSTRACIÓN TÁCTICA Y PACIENCIA ESTRATÉGICA

Acusar de incoherencia a EH Bildu por no apoyar terceras vías en los sitios donde han sido vetados es delirante. Arnaldo Otegi ha dicho claramente que para evitar gobiernos de la derecha española apoyarían a la lista más votada de entre las fuerzas progresistas. Pero asumir el marco intelectual según el cual sus votos solo son legítimos si apoyan a terceros o si tienen mayoría absoluta es inaceptable. Supondría aceptar que sus votantes son tóxicos, una ciudadanía de segundo grado, que no tiene los mismos derechos que el resto de votantes, incluidos los de la ultraderecha.

Un PP que ayer mismo abría cientos de instituciones a Vox intenta subyugar al PSOE con ese argumento, y solo José Luis Rodríguez Zapatero ha sido capaz de zafarse y defender la brecha democrática entre la ultraderecha y los independentismos catalán o vasco. Desgraciadamente, las franquicias vascas del PSOE y el PNV refuerzan el impulso reaccionario. Semejante incoherencia se da además en medio de unas elecciones en las que esa ultraderecha puede hacer estragos.

PARTIDOS DE ORDEN Y CONSORCIOS DE INTERESES

PNV y PSE siguen sin explicar por qué en este momento histórico su objetivo principal es que EH Bildu no gobierne. Para lograr ese objetivo, han renunciado a los suyos propios. El PNV no quiere pactos que potencien sus objetivos nacionales, mientras PSE y PSN limitan su capacidad redistributiva y de avance.

Si deseasen la centralidad, un valor que por ejemplo para los jeltzales ha sido nuclear, apostarían por los acuerdos que mayor apoyo social tienen. Según el Deustobarómetro, un 24% de los votantes favorecería un acuerdo entre las fuerzas a la izquierda del PNV. Un 19% apoyaría un pacto entre fuerzas abertzales. La entente PNV-PSE es la tercera opción, con un 17% de apoyos. La encuesta no pregunta por opciones aún más ambiciosas, como la presentada recientemente por Maddalen Iriarte a todos los partidos menos al PP, con una propuesta de mínimos.

El otro valor que sacrifican es la estabilidad, porque para poder gobernar y, por ejemplo, aprobar presupuestos, también van a necesitar el apoyo del PP, y tampoco va a ser gratis. El efecto de estas maniobras será el reforzamiento de EH Bildu, si estos aciertan. Ayer demostraron que tienen un plan para lograrlo.