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KOLABORAZIOA

Frente a las guerras, objeción fiscal


Son momentos en los que vivimos un auge de las «soluciones» militares y por tanto del aumento del gasto militar (en el año 2022 a nivel mundial subió un 3,7%, el equivalente al 2,2% del PIB global. Si Europa gasto 2,24 billones de euros, España subió su presupuesto militar un 26% y gastó casi 50.000 millones de euros).

El gasto militar está elaborado directamente por el gobierno: partidas para el ejército y sus compras de armamento, para subvenciones a las fábricas de armas; o de forma más sutil, subvenciones a la I+D para material militar. Este dinero dedicado a la economía bélica, está pagado con nuestros impuestos y restado a otras actividades de tipo social.

Este sistema de distribución de nuestro dinero tiene consecuencias tanto en nuestro país, como en el resto del mundo. Los beneficiarios son los fabricantes y mercaderes de armas, que en un mercado muy opaco y de poco riesgo, acumulan grandes beneficios. La mayoría de esta industria está radicada en países poderosos, que lo único que tienen que hacer es instigar y apoyar guerras por todo el planeta, casi siempre en países desestructurados, sumergidos en guerras permanentes y que durante siglos han sufrido la expoliación de sus recursos. Este modelo se basa en dos pilares básicos: países con ejércitos bien alimentados y con juegos de estrategia y control en otras zonas del planeta, donde pugnan por desestabilizar.

En este juego España se encuentra muy bien posicionada, entre el 7º y 8º puesto del ranking de exportadores de armas.

La guerra de Ucrania es una de las que explican este auge del gasto militar mundial y la escalada de la economía de la guerra. Nosotros ponemos las armas, ellos y ellas ponen las personas muertas.

Tras el Franquismo se vio necesaria la no colaboración con el ejército, y de forma continuada fue creciendo la oposición hasta la derrota de la conscripción, la mili (aunque no del ejército), algo que en un principio parecía un imposible.

En este momento la no colaboración con nuestros impuestos a ese modelo de economía militar puede ir creciendo hasta su abolición. Lo mismo que de la objeción se fue pasando a la insumisión, en estos momentos la objeción a los presupuestos de defensa debe ser una estrategia para no colaborar con esta aberración social e ir acabando con las guerras.

Para eso, desde hace unos años, algunas gentes a la hora de hacer la declaración de la renta, hacemos objeción al gasto militar. Lo que hacemos al rellenar nuestra declaración: elegimos una casilla de deducciones, (optamos por la de Ceuta y Melilla, ya que, aunque el Gobierno de Navarra apoyó por mayoría la creación de una casilla de aportaciones a la paz hace algunos años, no lo ha llevado a la práctica), y añadimos la cantidad que vamos a deducir (debe ser la cantidad que ya hayamos entregado a un proyecto social y el resguardo lo adjuntamos a la declaración). La cantidad que hagamos en estos momentos puede ser simbólica 5, 10, 84 euros.

La realidad de los presupuestos de defensa es que son muy opacos. Por tanto, lo importante es oponernos a los planes del gobierno de turno, de seguir con esta dinámica de muerte y destrucción. Para eso le mandamos una carta al consejero o consejera de Economía y Hacienda explicándole nuestra postura contraria a las guerras, las «soluciones» armadas y los ejércitos.