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DE REOJO

Mi palabra y la tuya


Acabar firmando su rendición declarando que «mi palabra es menos importante que los extremeños» debería estar calificado como violencia intrapolítica. En este caso con el agravante de poder considerarse abuso de género. María Guardiola es la persona política más devaluada de la historia reciente de la larguísima lista de sujetos que han variado su opinión por un puñado de votos que, de inmediato, se transforman en un puñado de euros, de cargos para amigos, familiares y paracaidistas del propio partido que irán ocupando las diferentes consejerías en cuanto reciba el voto mayoritario en la Asamblea de Extremadura.

Esta mujer triste por el bien suyo y de su familia y amigos debería dimitir para poder mantener algo de dignidad. Ahora mismo es un pingajo, una señora que mintió con lo más sagrado pues dio su palabra asegurando que impediría que los negacionistas de la violencia de género y del cambio climático, los maltratadores de las personas LGTBI entraran en su gobierno. Y su palabra quedó devaluada por consignas de la dirección de la banda de Feijóo y Borja Mari, que como están en la línea difusa que separa los incapaces de los empanados, siguen diciendo maliciosamente que esa cuadrilla de depredadores de la dignidad es un partido de palabra.

Entre tu palabra y la mía o entre mi palabra y la tuya debería existir una voluntad. Para entenderlo mejor hay que mirar a quienes se suben sus emolumentos en las alcaldías y de qué partidos son, con qué cantidades y sinvergonzonería lo hacen frente a quienes se lo bajan. Todos pusieron su palabra para convencer al votante.