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UNICORNIOS

Vacíos y dependencias virtuales


En cuanto nos adentramos en el universo que ha plasmado Àlex Lora, todo nos resulta tan cercano como lejano. Un microcosmo que se retroalimenta con conceptos nacidos en la era de los tiempos virtuales y que se rigen por términos como “influencers”, “posts” y, sobre todo, muchos “likes” y “followers”.

Al igual aque la criatura fantástica a la que alude su título, la película campa por terrenos de cierta complejidad y que se concreta en la mecánica cotidiana de una joven que rige su vida a través del termómetro virtual de las redes sociales. El personaje encarnado por Greta Farnández nos revela una apariencia de seguridad que provoca cierto recelo, una fachada tras la cual se oculta un mundo interior plagado de inseguridades y que intenta mantener a flote mediante una relación a dos bandas que se tambalea en todo momento. Se trata, en resumen, de una mujer burguesa, poliamorosa y lindante a un feminismo impostado que quiere buscar su verdadero lugar en el mundo y en un entorno de apariencias que se torna en hostil muchas veces.

SIN BRÚJULA EXISTENCIAL

El guion -escrito por el propio Lora en colaboración con María Mínguez, Marta Vivet y Pilar Palomero- se pierde en su intento de dar una visión global de una generación que, una vez más, se nos muestra como carente de brújula existencial y emocional. Casi de manera obsesiva, la cámara del director acompaña en todo momento a su personaje central y lo hace mediante diferentes recursos técnicos que subrayan sus cambiantes estados de ánimo. “Unicornios” cuenta con algunas cuestiones muy interesantes, pero goza de un desarrollo e intenciones un tanto difusas que dejan al espectador un tanto perdido. Curiosamente, estos “lastres” vienen a secundar esta historia sobre una existencia que transmite vacío.