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EDITORIALA

Por un mundo multipolar y en defensa de la paz


La cumbre de la OTAN en Vilna llega con la guerra en Ucrania estancada, pero no por eso estable. Las últimas semanas han estado marcadas por la revuelta del Grupo Wagner contra Moscú, por un lado, y el envío por parte de EEUU de bombas de racimo a Kiev, por otro. La relevancia de las empresas de mercenarios y el uso de ese armamento prohibido en más de 100 países son indicadores de que la guerra tiende a la escalada. La OTAN se dedica a modular ese conflicto. La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha revigorizado a la Alianza y la posición de EEUU es cómoda. Puede ser actor en una guerra sin movilizar tropas. A Kiev, por su parte, no le basta el apoyo, desea otra clase de implicación. La invitación condicionada y sin plazos a entrar en la OTAN le parece inútil. La guerra se da en territorio ucraniano, pero lo trasciende. Se ondea su bandera, pero su pueblo no es prioritario.

En este contexto, la propuesta china para la resolución del conflicto en Ucrania, presentada en febrero, suena más irreal que nunca. Sin embargo, esos doce puntos recogen la única propuesta viable. Todo lo demás implica colapsos, humillaciones, enquistamiento y una mayor crueldad. Los que tienen claro su bando no tienen problema con nada de eso, siempre y cuando los suyos salgan vencedores. A estas alturas, es difícil definir qué supone esa victoria, más allá de un gran sufrimiento humano para los pueblos ucraniano y ruso. No puede haber un futuro en paz para el mundo partiendo de los principios y la visión que sostiene la OTAN. La alternativa no vendrá de la mano de Vladimir Putin. Defender la multipolaridad, la negociación y la paz resulta hoy revolucionario.

La cumbre tiene otros puntos. El pacto para elevar el gasto militar de los países miembros por encima del 2% de su PIB es una barbaridad. Invertir en guerra en este momento histórico es políticamente insostenible, socialmente doloroso y éticamente inaceptable. La adhesión de Suecia, sin saber aún qué recibirá Turquía a cambio de levantar su veto, es una mala noticia para las personas, los movimientos y las naciones que ven en la neutralidad y la no-alineación, una opción política para contrarrestar el belicismo y el imperialismo.