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Ganar en soberanía con las selecciones deportivas vascas


Tener selecciones deportivas propias y reconocidas, es decir oficiales, es la única forma estable de desarrollar Euskal Herria como «país del deporte» a la hora de mostrarnos al mundo en eventos deportivos internacionales. Consolidar soberanía y ganar como país mientras garantizamos que deportistas de todos los territorios se sientan partícipes. En ese sentido, el próximo 29 de julio, en México, viviremos un hito interesante en la votación de la Federación Internacional de Pelota Vasca (FIPV) para modificar sus estatutos y, de ese modo, tramitar la solicitud de integración de la Federación Vasca y, si esta fuera aprobada, permitir competir a la selección vasca de pelota de manera oficial. A esta cuestión, pese a los acuerdos en el Congreso español sustanciados en la Ley del Deporte, se opone la Federación Española, ratificando que el veto y la negación desde las instancias hispanas serán una constante a la que tendremos que enfrentarnos como pueblo.

Antes, la salida desde Euskal Herria del Tour de Francia 2023 ha sido un acontecimiento de masas, en el que miles de personas han salido a la carretera con nuestros símbolos nacionales, quedando reflejada la reivindicación del derecho a decidir. Un hito en lo deportivo y en lo político, porque todo es político y se evidencia con mayor claridad en cualquier aspecto que afecte al considerado deporte de élite.

Afortunadamente, las imágenes han hablado de que nuestra tierra no es ni España ni Francia, en el Bidasoa hemos demostrado que la frontera que nos han impuesto no es más que un puente entre dos herrialdes hermanos. Euskal Herria, a quien se le niega su derecho a existir, muestra su territorialidad y simbología para exigir que se nos debe una solución democrática al conflicto político y que esta pasa por el derecho a decidir nuestro futuro. En próximas citas ciclistas tendremos ocasión de demostrar que aquí hay pueblo diferente, una nación sin Estado, que aspira a ser soberana y por tanto libre. Mientras tanto, a raíz de la victoria de Pello Bilbao en la décima etapa del Tour, la implicación activa demostrada desde nuestro pueblo consiguió que, a la hora de ser felicitado en redes sociales por su triunfo, la organización cambiará una bandera impuesta, la española, por la bandera que representa sus sentimientos, la ikurriña. Todo es política.

En ese contexto, no cabe sino felicitar por sus triunfos a Pello Bilbao y Ion Izagirre, y junto con ellos al resto de euskaldunes que trabajan en el pelotón del Tour por difundir con orgullo la identidad y el ser vasco. Asimismo, queremos felicitar a la ciudadanía vasca por la fiesta reivindicativa vivida, y por saber leer en clave nacional un acontecimiento como el Tour que, después de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, es el evento deportivo más mediático del planeta. La forma tan especial de vivir en nuestro pueblo el deporte en general y el ciclismo en particular, demuestra que somos un país del deporte, donde se trasmiten nuestros valores como pueblo, nuestra forma de hacer y de reforzar una identidad colectiva y, además, de reivindicarla.

Somos un país del deporte con una afición y unas practicantes extraordinarias. Existe «materia prima» pero todo ese esfuerzo diplomático, institucional y económico se debe invertir en trabajar el binomio deporte y construcción nacional y, sin duda, en luchar por la consecución de selecciones deportivas nacionales en todas las disciplinas. Contar con selecciones reconocidas y oficiales que nos permitan la participación en competiciones internacionales, tanto por equipos como de manera individual. Estar presentes como país en el calendario internacional de cada deporte, organizando, viviendo y disfrutando de acontecimientos deportivos de forma regular en todo el país.

Al respecto, existen dos modelos a la hora de afrontar los eventos internacionales. No se trata de sentirnos continuamente obligados a presentar nuestra candidatura para poder atraer acontecimientos deportivos. La atracción de eventos internacionales en nuestro pueblo debería intentar buscar, en lo posible, la combinación de beneficio público, reconocimiento de Euskal Herria y su lengua y respeto a las deportistas vascas. Es innegable que, para ello, la mejor carta de presentación es contar con selecciones oficiales propias.

Estamos ante un reto y una oportunidad. Ganar en soberanía y multiplicar los efectos de los logros deportivos: participación en competiciones oficiales, celebración de eventos deportivos internacionales de forma regular, y que más deportistas de Euskal Herria puedan participar y progresar en sus modalidades. Sin embargo, todo lo anterior nos exigiría diseñar una mejor política deportiva externa e interna, cuidando de nuestro pueblo y sus gentes, ofreciendo nuevas alternativas a nuestras deportistas desde la base.

Esta circunstancia nos permitiría no tener que aceptar cualquier evento y sus condicionantes, sobre todo con entes que no respetan a nuestros deportistas, ni a Euskal Herria. Un ejemplo, los campeonatos europeos de triatlón de setiembre del 2022 en Bizkaia, donde la federación española de turno impuso su enfoque ideológico (con conformidad institucional) obligando a las competidoras vascas a llevar los colores rojigualdos para poder participar y colocando los símbolos e himnos españoles en todas las pruebas.