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DE REOJO

Un túnel anegado


La insistencia con la que algunas instalaciones de Adif, que es la empresa estatal que controla las infraestructuras por las que circulan los diferentes trenes de varias empresas y marcas, al menos en la alta velocidad, se empeñaban en estropearse, se puede considerar sin brotes sicóticos que incidían de manera constante en la campaña electoral, hasta llegar al momento culmen, un túnel anegado que impedía desde primeras horas de mañana del 23J la comunicación ferroviaria entre Valencia y Madrid. Motivo por el que González Pons, ese novelista de la escuela de Ana Rosa, lanzó una de sus proclamas trumpistas en pleno día de votación.

Las imágenes de ese túnel certificaban una contingencia sobrevenida que se podía interpretar de muchas maneras. Un incendio sin identificar, sofocado por un sistema automatizado que suelta agua, lo sofoca, pero no impide que se estropeen las bombas que extraen el agua almacenada. Fin del cuento. Material de recurso para televisiones en día de tópicos. Preludio del estancamiento del otro túnel que trasportaba la semilla del diablo fascistoide.

La muchachada azul no acaba de encajar la realidad. Borja Mari parece una muñeca de cera. Vestido de blanco Feijóo visualizó en directo su certificado de defunción política al escuchar como coreaban el nombre de Ayuso. La estadística da voz y obtuvo 144.000 votos menos en Madrid que la chica vestida de rojo. ¿Está amortizado o aguantará mientras deciden? El pistolero de Amurrio está perdido en su bilis. Entramos en el túnel postelectoral y no se sabe si está muy anegado o directamente cegado