01 AOûT 2023 GAURKOA Es así Antxon LAFONT MENDIZABAL Peatón Las pasadas elecciones han sido testigo clivante de la evolución, lenta pero cierta, del sentir político de la variada España compuesta por elementos administrativos que no consiguen construir una cultura común. En otros territorios (suelo más identidad) se vive una personalidad cultural de base aunque en su seno se perciban matices de ella. Es el caso de la cultura francesa (Enciclopedia), británica, germana… compuestas por denominadores comunes estructurantes inmateriales y discernibles que comprenden la lengua estatal. No hay cultura española, hay diferentes culturas en la España administrativa, es decir, la reconocida en el concierto administrativo mundial. A pesar de lo que se supone en el mundo estéril por su globalización, la diversidad cultural, la España del Cid empieza a ser consciente de la riqueza de la heterogeneidad, se repitan elecciones o no. Dicho sea de paso, ¿cuántos españoles saben que el mercenario Cid fue el Prigozhin de una mesnada que luchó cuando junto al incipiente España católica del siglo XI y cuando junto a sus adversarios invasores mahometanos? Estas elecciones han marcado claramente el paso a la España administrativa dividida en sensibilidades políticas necesitadas, para gobernar, de la diversidad cultural que difícilmente tolera «aglomeraciones administrativas» tales como las que despertaron reflejos perversos que aniquilaron la Generación del 27. Al-Ándalus tardó siete siglos en frenar el nacimiento de España. ¿Qué hubiese sido de ese suelo de la Hispania Romana si en 711, a orillas del Guadalete, árabes y bereberes de Tariq hubiesen sido derrotados por el ejército visigodo? El análisis de acronías revela las entretelas de la Historia. Estas elecciones marcarán época en un Estado administrativo (pleonasmo) que generará uno de los eslabones transformadores del fracaso político de la Europa actual sin rumbo, constituida por Estados, en una entidad política de buen entendimiento entre territorios no estatales que obraran juntos sobre aspiraciones puntuales convergentes con derecho a decidir, y a equivocarse, sin patrocinio dinástico. Hoy, vemos la Europa de estados con dirigentes que consideramos de extrema derecha, parcela política que invade, a pesar de sus disfraces, desde el centro derecha hasta la extrema derecha. Me dirán que esas nociones, derecha, izquierda, ya son conceptos demodé; siguen incluso dentro de las tendencias más o menos progresistas, dichas separatistas. ¡Cuidado! por otro lado, el centro derecha empieza a ser también ocupado por la «izquierda burguesa». No cabe duda que el ser humano no está dividido, sino que contiene en su esencia la componente solidaria y el ingrediente anhelante. Es así, y con ello seguiremos. Nuevas situaciones generan nuevas acciones. El voto joven, del que se esperaba poco, ha dado una lección a los «mayores» que seguían convencidos del pasotismo de las nuevas generaciones. Nuevos colectivos de carácter sociopolítico surgen o resucitan con estructuras dirigentes que nos sitúan a los «mayores» en puestos de dirección bajo pretexto que «sabemos». Sabemos, sí, pero muchas, muchísimas veces hemos quebrado y seguimos con las mismas. «Mayores» y, además, hombres, nada más. ¡Cuántos colectivos se rehacen con «mayores» y sin mujeres! Felizmente debemos también reconocer que «las cosas» cambian, lentamente, pero cambian. Los dichos jóvenes dejarán el pasotismo que se puede comprender por el abandono patriarcal al que estaban sometidos. A título indicativo, convendría optar por tareas en las que la reflexión se confiara a dos tercios de los promotores de más de 50 años por su experiencia pasada y un tercio a los de menos de 50 años por sus vivencias actuales. Por las mismas razones, la acción sería encomendada a dos tercios de los impulsores de menos de 50 años, y un tercio a los de más de 50 años. La estrategia y la táctica corresponden a percepciones diferentes. El resultado en la CAV de las recientes elecciones confirman el crecimiento del voto progresista de EH Bildu debido a electores de menos de 65 años, cuando el PNV se beneficiaba del voto de los de más de 65 años. ¿Os acordáis todavía de cuando éramos jóvenes? No nos hacían políticamente caso y algunos, minoría, osamos reaccionar. Hoy tenemos esperanzas razonables de progreso aunque sigan en vida, por parte de los irreflexivos, algunos automatismos difíciles de erradicar. Aplaudimos a los que emprenden actividades para Euskal Herria, pero, en general, entre personas mayores necesarias, cierto, pero necesitadas de espíritus más jóvenes que permitan una interactividad fértil entre mujeres y hombres de generaciones diferentes. El riesgo como en toda obra humana supone errores que políticamente se ocultan. Siguiendo la sugerencia de Clemenceau: «Cuando los acontecimientos te desbordan, haz como si lo hubieses organizado». Añadiré, «y empieza por reorganizar tu ideoteca (con e, por favor). Los resultados recientes reflejan, como toda consulta pública, las evoluciones de sensibilidades que, esta vez, suscitarán nuevas ponderaciones. El equilibrio sin entusiasmo marchita, pero las existencias modulan permanentemente la esencia. Felizmente, nuevos equilibrios surgirán sorprendentemente. El voto joven, del que se esperaba poco, ha dado una lección a los «mayores» que seguían convencidos del pasotismo de las nuevas generaciones